Giorgia Meloni, la primera ministra italiana, se posicionó como una de las líderes de la nueva oleada de la derecha populista europea tras las elecciones del 9 de junio. Sin embargo, su plan de consolidar su posición en el espacio político europeo se está desmoronando rápidamente. Meloni había esperado obtener un papel decisivo dentro de la Unión Europea (UE), pero ha sido dejada al margen del reparto de poder por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y sus aliados, socialdemócratas y liberales.
El mapa político de la derecha populista europea está cambiando rápidamente, y Meloni ha sido relegada a un papel secundario. Su posición como líder de la tercera familia política europea, la dominante en el campo ultra, Reformistas y Conservadores Europeos (ECR, por sus siglas en inglés), ha sido usurpada por el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, con su nuevo grupo, Patriotas por Europa. Esto ha provocado la desilusión en el partido de Meloni, Hermanos de Italia, que ve el movimiento de Orbán como una traición.
Además, el bloque político Identidad y Democracia (ID), en el que se encontraban Le Pen y la Liga, ha anunciado su traslado a la nueva plataforma de Orbán, superando en escaños a la de Meloni y relegándola a la cuarta posición. Esta situación ha provocado un giro aún más a la derecha en el espacio político que ocupa Meloni, haciendo que parezca una versión descafeinada de la derecha.
En Italia, la situación política es igualmente compleja para Meloni. Su socio, Matteo Salvini, líder de la Liga, está adoptando una postura cada vez más radical, presentándose como un ultra más auténtico que ella. Esta estrategia es vista como una traición cotidiana por Meloni, que ha estado trabajando durante dos años para presentarse como un gobierno fiable y europeísta.
La ambigüedad de Meloni está causando tensiones dentro de su coalición de Gobierno en Italia. Forza Italia, la formación de Berlusconi y miembro del Partido Popular Europeo, busca alinear a Meloni con el apoyo a Von der Leyen y un acercamiento al centro. Por otro lado, la Liga está presionando para que se niegue a apoyar a Von der Leyen.
Meloni aspira a ser aceptada en Europa como líder de una derecha de matriz posfascista, pero que ha dejado atrás su pasado y ahora tiene un perfil institucional y razonable. Esta semana, estará en la cumbre de la OTAN, donde se espera que se comprometa a aumentar el gasto militar hasta un 2% del PIB. Sin embargo, Meloni se enfrenta a una decisión crucial: apoyar o no a Von der Leyen.
Esto ha suscitado acusaciones de su entorno político de haberse vendido. Sin embargo, Meloni está tratando de equilibrar estas críticas con la necesidad de demostrar en casa que tiene influencia en Bruselas. Su estrategia puede dar frutos si consigue un vicepresidente ejecutivo de la Comisión. Sin embargo, no hay garantías de que lo consiga.
En medio de estas complejidades, Meloni se enfrentó a acusaciones de que su partido, Hermanos de Italia, es neofascista. Esta percepción de ambivalencia ha aumentado tras una investigación periodística que reveló comentarios nazis y antisemitas dentro de su formación juvenil, Juventud Nacional.
Por último, la oposición italiana está experimentando una oleada de euforia tras los buenos resultados del Partido Democrático (PD) y de la izquierda junto a los verdes en las elecciones europeas. Este éxito ha alimentado la fantasía de una gran coalición capaz de ganar las elecciones generales.