El fútbol, descrito a menudo como el deporte más hermoso del mundo, posee una poderosa influencia en la sociedad. A medida que los torneos de fútbol de alto calibre ganan tracción, los políticos a menudo ven una oportunidad para mejorar su imagen. Este fenómeno, aunque no es nuevo, ha sido evidente recientemente en Alemania, donde la pasión política por el fútbol ha alcanzado nuevas alturas.
El canciller alemán, Olaf Scholz, no es conocido por ser un ávido fanático del fútbol, pero ha estado presente en los partidos de la selección alemana. Esta estrategia parece imitar la de su predecesora, Angela Merkel, quien se convirtió en una figura destacada durante la Copa del Mundo de 2016, cuando Alemania fue la anfitriona del evento. Durante ese tiempo, Merkel y su gobierno estaban luchando en las encuestas. Sin embargo, su constante presencia en los estadios y su enérgico apoyo a la selección alemana parecieron cambiar la percepción del público.
El gobierno de Scholz, formado por socialdemócratas, verdes y liberales, ha seguido un camino similar, asistiendo a los partidos y mezclándose con los seguidores. Sin embargo, la UEFA ha limitado recientemente la visibilidad de los políticos en los partidos, lo que ha dificultado la difusión de imágenes de ellos en el palco.
A pesar de esto, sabemos que Scholz ha compartido asiento con el presidente Pedro Sánchez y con Viktor Orban. Asimismo, el Ministro de Finanzas, Christian Lindner, asistió al partido Austria contra Holanda con su homólogo austriaco. La Ministra de Interior, Nancy Faeser, estuvo presente en todos los partidos en los que jugó Alemania, y la Ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, asistió a tres partidos. La Secretaria de Estado de Cultura, Claudia Roth, y otros ministros también hicieron apariciones notables en los partidos.
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, también aprovechó la oportunidad para asistir al partido entre Turquía y los Países Bajos en Berlín. Su presencia fue notable, ya que se sabía que muchos seguidores turcos harían el «saludo del lobo», un gesto asociado con la organización ultranacionalista turca, Los Lobos Grises.
La UEFA proporcionó al gobierno alemán 707 entradas de cortesía para la Eurocopa, que se compartieron con el Bundestag. Sin embargo, no se ha revelado cómo se distribuyeron estas entradas ni qué medios de transporte se utilizaron para asistir a los partidos. Un caso notable es el de la ministra Annalena Baerbock, quien solicitó el uso de un avión del gobierno para viajar a Luxemburgo después de asistir a un partido en Frankfurt.
Por supuesto, no todos los intentos de capitalizar la emoción del fútbol han tenido éxito. Por ejemplo, un tuit de la líder ecologista Gring-Eckhardt sobre la proporción de jugadores no blancos en el equipo alemán tuvo que ser borrado. Además, el ministro de Economía, Robert Habeck, cometió un error al hablar de la camiseta de la selección y de la competitividad de Alemania.
En general, estos incidentes demuestran que el fútbol es más que un deporte; es un escenario en el que los políticos pueden construir y mejorar su imagen. Sin embargo, también es un terreno lleno de trampas y errores potenciales. En última instancia, la habilidad para navegar por este escenario puede tener un impacto significativo en la percepción pública de un político.