El Reino Unido se encuentra en una etapa de cambio tras la elección de Keir Starmer como primer ministro. Starmer, conocido por su estilo sosegado y predecible, ha asumido la jefatura de Gobierno de la sexta nación más rica del mundo, y sus acciones ya están bajo el escrutinio de la opinión pública.
En un movimiento audaz, Starmer ha declarado «muerto y enterrado» el plan de deportación de inmigrantes a Ruanda, un proyecto impulsado por su predecesor, Rishi Sunak. Este anuncio marca el inicio de un nuevo ciclo político en el Reino Unido. El plan, según Starmer, nunca cumplió con su objetivo disuasorio, como lo demuestran los 13.500 inmigrantes que ya han cruzado el canal de la Mancha en el primer semestre de 2024.
En lugar de continuar con políticas que considera más trucos que soluciones efectivas, Starmer ha propuesto la creación de un Mando Conjunto de Seguridad de Fronteras para combatir a las mafias que transportan a los migrantes.
El nuevo Consejo de Ministros laborista se ha reunido por primera vez, marcando un regreso a Downing Street después de 14 años de ausencia para el Partido Laborista. A pesar de la victoria electoral, Starmer es consciente de que su mandato se debe más al castigo de los votantes al Partido Conservador que al entusiasmo por los laboristas.
Uno de los desafíos más urgentes para el nuevo gobierno es el Servicio Nacional de Salud (NHS), que tiene listas de espera de hasta ocho millones de pacientes. El nuevo ministro de Sanidad, Wes Streeting, ha reconocido que el NHS está «quebrado», y Starmer ha respaldado su enfoque directo para abordar los problemas del sistema de salud.
El primer ministro ha heredado una larga lista de problemas graves y urgentes, conocida como la «shit list», que ha sido compilada por Sue Gray, la alta funcionaria que aceptó ser jefa de gabinete de Starmer. Entre los problemas se incluyen la deuda de más de 18.000 millones de euros de la compañía pública de aguas Thames Water, las prisiones desbordadas, las universidades al borde de la bancarrota, y la crisis de la sanidad.
Starmer también ha anunciado que se reunirá con los alcaldes de las principales ciudades para discutir estrategias de crecimiento económico. Ha enfatizado su disposición a trabajar con cualquier cargo local, independientemente de su afiliación partidista, cuando se preocupen por su región.
Starmer planea realizar una gira por las «cuatro naciones» del Reino Unido para recuperar la relevancia de los gobiernos autónomos. A diferencia de su predecesor, ha logrado tener el partido más votado en Inglaterra, Gales y Escocia, aunque la situación en Irlanda del Norte es diferente debido a sus propias claves políticas.
La próxima semana, Starmer viajará a Washington para asistir a la cumbre de la OTAN, en su primer encuentro internacional como primer ministro. Ha afirmado que reafirmará el compromiso del Reino Unido con Ucrania en solidaridad con sus aliados.
El primer ministro es consciente de que la opinión pública exigirá el «cambio» que prometió durante su campaña. Ha advertido que el cambio no llegará de la noche a la mañana, pero ha asegurado que su gobierno ha estado trabajando en las decisiones futuras desde hace meses.
En respuesta al legado de escándalos de su predecesor, Starmer se ha reunido con Laurie Magnus, el asesor principal del Gobierno para asuntos de Ética Ministerial, para transmitir a los miembros de su Gabinete las expectativas de comportamiento y eficacia que tiene de ellos.