Keir Starmer, líder del Partido Laborista, está a punto de ser investido como primer ministro del Reino Unido, tras infligir al Partido Conservador de Rishi Sunak la mayor derrota de su reciente historia. Tras el recuento de casi todos los escaños, el Partido Laborista aventaja al Partido Conservador por 411 a 120, una supermayoría que recuerda a la lograda en 1997 por Tony Blair.
El cambio empieza ahora, proclamó Starmer tras confirmarse su victoria. Aseguró que la gente en el país está preparada para cambiar, poner fin a la política del postureo y volver a la política como servicio público. Para Starmer, la victoria laborista representa un rayo de esperanza y el inicio de una era de renovación nacional.
El líder laborista logró pintar de rojo la mayor parte de Inglaterra y Gales, y afianzó su avance frente al Partido Nacional Escocés, que logró sus peores resultados en una década. El Partido Conservador, por su parte, lograría el menor número de diputados logrados desde 1935, relegados al 18% en su tradicional muro azul del sur de Inglaterra.
Rishi Sunak conservó a duras penas su escaño en North Yorkshire, al igual que el secretario del Tesoro Jeremy Hunt, pero al menos 12 ministros perdieron en sus propios distritos. Entre ellos, el secretario de Defensa Grant Shapps y la portavoz en el Parlamento Penny Mordaunt.
La ex primera ministra Liz Truss fue otra de las grandes víctimas de la debacle conservadora. Truss, que ganó en 2019 con una mayoría de 26,000 votos de Norfolk Suroeste, perdió su escaño a manos del candidato laborista Terry Jermy, en una de las victorias más simbólicas de la noche electoral.
Sunak felicitó por su victoria a Starmer y asumió la responsabilidad por la pérdida de muchos candidatos conservadores. Aseguró que viajará a Londres desde su circunscripción en el norte inglés para dejar la jefatura del Ejecutivo, a la que ha dado todo, y ofrecer más detalles sobre los próximos pasos.
El otro gran triunfador de la noche fue Nigel Farage, que logró su entrada en Westminster al octavo intento con su pequeña Armada de Reform UK, integrada por cuatro diputados. Farage proclamó que es el principio del fin del Partido Conservador y que su ambición es llenar el hueco muy grande en el centro-derecha de la política británica.
En Escocia, el Partido Nacional Escocés vio severamente reducida su presencia en Westminster: de 48 a nueve diputados. El Partido Liberal-Demócrata ganó por su parte 71 escaños en el nuevo Parlamento, en una victoria celebrada por su líder Ed Davey como el mejor resultado en una generación.
El ex líder laborista Jeremy Corbyn, expulsado del partido, logró conservar como independiente su escaño de los últimos 40 años tras vencer al candidato oficial del Partido Laborista Praful Nargund. Corbyn clamó por una política más amable e inclusiva y prometió abanderar la causa de la justicia social desde la izquierda en el próximo Parlamento.
Por último, el Partido Verde ha sido otro de los ganadores de la noche, con el 7% de los votos y cuatro diputados, gracias sobre todo a la enérgica campaña y el tirón de la líder Carla Denyer, que ganó a los laboristas el pulso por el distrito central de Bristol.