Victoria Alexander y Keir Starmer puede que sean dos nombres que no suenen a muchos, pero en el mundo del derecho y la política británica, son dos figuras prominentes que han marcado una época. Su historia comienza de forma poco convencional, con una conversación telefónica en la que ambos trabajaban como abogados en un mismo caso. Victoria había recopilado toda la documentación necesaria y Keir estaba a punto de representar el caso en los tribunales. Sin embargo, un comentario insidioso de Keir cuestionando la preparación de Victoria provocó su famoso reproche: «¿Quién diablos se ha creído que es?».
A pesar de este desafortunado comienzo, ambos se conocieron en persona semanas después durante una cena de abogados. A la postre, su relación se desarrolló y floreció, llevándolos a un viaje a Grecia donde Keir propuso matrimonio a Victoria, a pesar de olvidar un detalle crucial: el anillo de compromiso.
Diecisiete años después de su matrimonio, Keir Starmer, ahora líder del Partido Laborista británico, habla con cariño y admiración de su esposa. La describe como una mujer valiente, divertida, astuta y absolutamente espléndida. Juntos tienen un hijo de 16 años y una hija de 13 años. La familia es de suma importancia para la pareja, y la protección de sus hijos es una de las principales preocupaciones que mantiene despierto a Keir por la noche.
Victoria, que creció en el luminoso noroeste de Londres, se enfrenta a la posibilidad de tener que abandonar su casa para trasladarse al epicentro de la política británica, Downing Street. Este cambio ha suscitado preguntas sobre su visibilidad en la campaña electoral. Conocida como ‘Lady Vic’ desde que Keir fue investido como ‘Sir’ en 2014, Victoria ha sido notablemente discreta durante la campaña de su esposo.
Los medios británicos han cuestionado la invisibilidad de Victoria durante la campaña electoral, apodándola como «la Primera Dama reticente«. Sin embargo, su falta de presencia pública no se debe a la apatía, sino a un deseo de proteger su privacidad y a una estrategia política para evitar el escrutinio de los tabloides y las redes sociales.
Es importante señalar que Victoria no es una figura pública inactiva. En realidad, es una apasionada de las carreras de caballos, la música y la comida, y ha jugado un papel activo en el Partido Laborista durante más tiempo que su marido, incluso participando como voluntaria en la campaña victoriosa de Tony Blair en 1997.
Como abogada, Victoria no aspira a tener un papel activo como el de Cherie Blair. Sin embargo, su estilo glamuroso ha sido elogiado en sus pocas apariciones públicas.
Victoria ha dejado claro que piensa seguir trabajando en el departamento de salud laboral del NHS (Servicio Nacional de Salud), algo que Keir asegura que ha sido de gran ayuda para entender los desafíos diarios y la moral del personal del NHS.
La cocina familiar ha sido siempre el punto de encuentro personal y político de ‘Sir Keir’ y ‘Lady Vic’, y ese espíritu es el que esperan poder trasladar a Downing Street. Victoria ha expresado su confianza en la capacidad de su marido para enfrentar situaciones difíciles y la de su familia para adaptarse a los cambios que puedan venir.
En definitiva, la historia de Victoria Alexander y Keir Starmer es un relato de superación de dificultades, de amor y dedicación a la familia y al servicio público. Aunque Victoria puede preferir mantenerse al margen de la atención pública, su influencia y su papel en la vida de Keir Starmer son palpables e indiscutibles.