El primer ministro húngaro Viktor Orban ha desatado un torrente de críticas y controversias en la Unión Europea (UE) tras su reciente visita a Moscú, en el quinto día de su presidencia rotatoria del Consejo de la UE. Orban, un personaje conocido por su postura desafiante hacia las normas y consensos de la UE, ha sido acusado por sus críticos de jugar a la diplomacia de alto nivel con un líder que tiene una orden de arresto internacional, el presidente ruso Vladimir Putin.
Orban, quien ha sido apodado el «enfant terrible» de la política europea, ha justificado su visita a Moscú como un paso necesario en su «misión de paz», que comenzó con una visita a Ucrania poco antes de su llegada a Rusia. Esta visita ha sido vista con escepticismo por muchos en Bruselas, que recuerdan a Orban que la Presidencia rotatoria de la UE no tiene mandato para negociar en nombre de la UE, y que cualquier acción que tome en este sentido sólo lo representa a él y no a toda la UE.
A pesar de las críticas, Orban ha defendido su postura, argumentando que la paz no se puede lograr desde un «cómodo sillón en Bruselas». Insistió en que el papel de la Presidencia rotatoria de la UE debería ser una «herramienta importante» para dar los primeros pasos hacia la paz.
Las críticas a Orban no han tardado en llegar desde Bruselas y otras capitales europeas. La visita de Orban a Putin ha sido descrita como un gesto que mancilla la posición europea sobre la guerra en Ucrania. En Suecia, por ejemplo, Orban ha sido calificado de «irresponsable» y «desleal» por su visita a Moscú. El primer ministro sueco ha insistido en que la acción de Orban envía una señal equivocada al mundo exterior y es un insulto a la lucha del pueblo ucraniano por su libertad.
En el mismo tono, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha reiterado que la posición de la UE sobre la guerra en Ucrania es clara: «Rusia es el agresor, Ucrania es la víctima». Y añadió que no se pueden celebrar debates sobre Ucrania sin la participación de Ucrania.
Josep Borrell, el jefe de la diplomacia europea, también ha criticado la visita de Orban a Moscú, recordándole que Putin tiene una orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional por su papel en la deportación forzosa de niños de Ucrania a Rusia.
La visita de Orban a Moscú también ha sido criticada por el presidente de Lituania, Gitanas Nauseda, quien argumenta que si Orban realmente busca la paz, no debería dar la mano a un dictador sanguinario, sino poner todos sus esfuerzos en apoyar a Ucrania. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, también ha coincidido con esta postura, insistiendo en que la unidad y la determinación son las únicas formas de lograr una paz justa y duradera en Ucrania.
La controversia se intensificó cuando Orban propuso un plan de paz que implicaría un alto al fuego y la cesión de una parte del territorio ucraniano a Rusia. Esta propuesta ha sido recibida con fuertes críticas tanto en Bruselas como en Kiev, que ven el alto al fuego como una concesión a Moscú sin garantías y una oportunidad para que el ejército ruso gane tiempo y se rearme.
En este contexto de tensiones y críticas, Orban parece cada vez más aislado en Bruselas. Sin embargo, parece estar apuntando a un golpe en la esfera internacional, y se rumorea que está esperando el posible regreso de su aliado Donald Trump a la Casa Blanca, con quien comparte su visión sobre Ucrania. Pero mientras tanto, su «misión de paz» parece haber causado más controversias y divisiones que avances hacia la paz en Ucrania.