El panorama financiero británico ha experimentado un cambio sustancial con la llegada de Rachel Reeves como la primera mujer Secretaria del Tesoro en 800 años, reemplazando a Liz Truss, cuyo desempeño fue ampliamente criticado. La llegada de Reeves, una ortodoxa con amplia experiencia financiera, marca una diferencia drástica con la anterior administración y su mantra de «stability is change» (el cambio está en la estabilidad) promete un nuevo enfoque en la gestión de la economía británica.
Reeves tiene la tarea monumental de recuperar la credibilidad exterior de los mercados y la confianza de la ciudadanía en la economía del país. A pesar de que su margen fiscal es limitado, ha recibido un voto de confianza expresado a través de los editoriales de las grandes cabeceras económicas británicas.
Sin embargo, detrás de los discursos económicos del nuevo primer ministro Keir Starmer y Reeves, se esconde un sentido de urgencia. A pesar de que son alabados como un contraste a las decisiones de sus antecesores, no pueden ofrecer la señal equivocada de que tienen tiempo para perder. El populismo, representado por el Brexit, sólo está dormido y no muerto.
Durante la campaña, Starmer fue criticado por The Economist por evitar entrar en cualquier debate conflictivo que pudiera inquietar a sus votantes, una estrategia a la que se refiere como la del «jarrón chino». El semanario conservador insiste en que se gobierna para romper algo. En este caso, lo que necesita romper son problemas económicos como la estanflación, la caída de la productividad y la corrosiva inflación.
A pesar de los desafíos, el Reino Unido ha recuperado un ritmo de crecimiento en 2024. Su economía sigue siendo una de las más grandes del mundo, con un PIB per cápita de alrededor de 44.000 euros y un desempleo casi inexistente (4,4%).
Sin embargo, este panorama no disfraza el progresivo empobrecimiento de las familias, especialmente las de clase media trabajadora. Según la Nuffield Foundation, el ciclo parlamentario 2019-2024 ha sido el peor en términos de incremento de ingresos familiares desde 1950. Además, esta tendencia se está acelerando, con las rentas de las familias cayendo un 2% en comparación con 2019-2020.
El enfoque de Starmer y Reeves se basa en priorizar el crecimiento sobre la redistribución. Las subidas de impuestos excluirán los más básicos y se concentrarán en los que gravan al capital. Además, la Sanidad pública, que ha sufrido recortes significativos, será el foco de atención. Starmer ha prometido que el dinero público irá destinado a la inversión.
Las llaves de la caja estarán en las manos de Reeves, que ya fue economista del Banco de Inglaterra. La llegada de esta nueva administración promete un cambio drástico en el panorama económico británico, después de un periodo de incertidumbre y descontento generalizado.