La enfermedad de Alzheimer, una afección neurodegenerativa que afecta a millones de personas en todo el mundo, ha sido el foco de una creciente cantidad de investigación. Un estudio reciente, publicado en la revista Alzheimer’s & Dementia: The Journal of the Alzheimer’s Association, pide una mayor atención a las diferencias de género en la investigación futura sobre la enfermedad de Alzheimer.
Las mujeres constituyen la mayoría de las personas que viven con Alzheimer y, de acuerdo con la investigación, tienen el doble de riesgo de desarrollar la enfermedad a lo largo de su vida. El estudio sugiere que las diferencias en la prevalencia de factores de protección y riesgo, así como la carga de enfermedades relacionadas, como la enfermedad cerebrovascular, pueden variar en función del sexo y el género. Este fenómeno puede ser atribuible a factores tanto biológicos, como el riesgo genético, como a factores socialmente construidos, como la educación y el estilo de vida.
La investigadora Eider Arenaza-Urquijo, de ISGlobal, argumenta que «evaluar cómo interactúan el sexo y el género es crucial para comprender los mecanismos que mantienen la función cognitiva y reducen la acumulación de patologías en el envejecimiento y la enfermedad de Alzheimer». En otras palabras, es fundamental entender cómo los factores de resiliencia y resistencia interactúan con el género para poder abordar la enfermedad de manera efectiva.
El estudio se basó en una revisión de una gran cantidad de literatura existente y encontró una brecha en nuestra comprensión de las vías específicas de riesgo y resiliencia. Aunque las mujeres a menudo muestra una ventaja cognitiva inicial, esta se deteriora más rápidamente que en los hombres a medida que avanza la enfermedad. Este fenómeno puede deberse a una resistencia diferencial a la enfermedad de Alzheimer, o a una capacidad diferente para mantener un funcionamiento normal a lo largo del tiempo y hacer frente a la patología una vez que se presenta.
La investigación también descubrió que las mujeres inicialmente muestran una mayor resiliencia, manejando mejor la patología y manteniendo la función cognitiva. Sin embargo, esta resiliencia inicial se desvanece a medida que progresan hacia un diagnóstico clínico de deterioro cognitivo leve y enfermedad de Alzheimer, cuando muestran una mayor vulnerabilidad. Los estudios sugieren que las mujeres tienen más probabilidades de tener una acumulación anormal de proteína tau en el cerebro y muestran una mayor carga de patologías vasculares, especialmente después de la menopausia.
El estudio propone varios mecanismos que podrían explicar las diferencias de riesgo y resiliencia entre hombres y mujeres. Estos incluyen una mayor prevalencia de inactividad física y trastornos afectivos en las mujeres, pero también factores biológicos. La evidencia genética sugiere que la resiliencia podría estar asociada a las vías inmunitarias en las mujeres y a las vías cardiovasculares en los hombres.
De acuerdo con el equipo de investigación, los estudios de resiliencia en la enfermedad de Alzheimer se han centrado principalmente en el comportamiento individual, sin tener en cuenta cómo los factores sociales y culturales, como el género, influyen en el comportamiento y, por tanto, en el riesgo y la resiliencia. Es importante destacar que las diferencias en la función cognitiva entre hombres y mujeres pueden estar disminuyendo a medida que las desigualdades de género disminuyen debido a más oportunidades para las mujeres en la educación, la participación laboral, y las mejoras en su estatus económico y condiciones de vida.
Dado que las diferencias de género pueden tener un impacto significativo en la resiliencia a la enfermedad de Alzheimer, los investigadores instan a que futuros estudios adopten un enfoque de resiliencia que tenga en cuenta el sexo y el género. Al centrarse más en los efectos diferenciales de los factores modificables, se podrá determinar si un factor específico tiene un mayor impacto en la resiliencia cognitiva o cerebral en hombres o mujeres.
Para mejorar nuestra comprensión de cómo el sexo y el género afectan la resiliencia cognitiva al envejecimiento y la enfermedad de Alzheimer, los investigadores recomiendan varias direcciones para futuros estudios. En primer lugar, es importante explorar cómo interactúan los factores de sexo y género en las distintas culturas, teniendo en cuenta las diferencias demográficas, genéticas, sociales y clínicas que influyen en el riesgo de demencia.
Es importante también estudiar las diferencias de sexo/género en las características cerebrales, como la conectividad cerebral, que aún se comprenden poco como factores de resiliencia para la enfermedad de Alzheimer que pueden minimizar el impacto de las patologías en la cognición. Los autores también destacan la importancia de publicar resultados negativos para evitar sesgos y que todos los estudios deberían incluir resultados desagregados por sexo.
Por último, los investigadores subrayan la importancia de considerar el sexo y el género de forma no binaria, e incluir a las poblaciones LGTBIQ+, que a menudo están subrepresentadas y enfrentan una mayor carga de enfermedades crónicas.