La coalición alemana busca demostrar unidad con un acuerdo presupuestario en medio de la agitación europea causada por la ultraderecha | Internacional

EL PAÍS

El canciller alemán, Olaf Scholz, anunció el viernes en Berlín la aprobación de un proyecto de presupuestos para 2025, poniendo fin a meses de luchas políticas internas en la primera economía de la UE. Este anuncio llega en un momento crucial tanto para la economía alemana y europea en general, como para la coalición de gobierno alemana, compuesta por socialdemócratas, verdes y liberales. Este trío político ha tenido que ceder en múltiples aspectos para llegar a un acuerdo que ayude a los alemanes a superar «tiempos turbulentos y difíciles», según palabras de Scholz.

El presupuesto llega como una respuesta a las crecientes fuerzas de extrema derecha en Alemania, Francia y otros países europeos. En Alemania, el partido AfD se colocó como segunda fuerza en las elecciones del 9 de junio, superando al SPD, partido de Scholz. El canciller alemán ha expresado su preocupación por el auge de estas fuerzas, que también han llegado al poder en Holanda, Bélgica y dos países escandinavos.

El presupuesto total asciende a 481.000 millones de euros, con un endeudamiento neto de 44.000 millones y una inversión récord de 57.000 millones. Se espera que estas cuentas, junto con una serie de medidas adicionales denominadas «paquete dinamizador», consigan un crecimiento adicional de medio punto porcentual en 2025, equivalente a 26.000 millones de euros. Entre estas medidas se encuentra el incentivo a los asalariados a trabajar más allá de la edad de jubilación para hacer frente a la escasez de mano de obra cualificada y ayudar a los inmigrantes y refugiados a incorporarse al mercado laboral.

El presupuesto respeta el freno de la deuda, un mecanismo impuesto por la Constitución alemana que establece límites de endeudamiento más rígidos que los que exige Bruselas. Este respeto al freno de la deuda fue una condición ineludible impuesta por el ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner. A pesar de ello, el pacto ha asegurado una financiación suficiente para el Ejército, con el fin de que Alemania siga cumpliendo el objetivo de la OTAN del 2% del PIB y para seguir apoyando con armamento a Ucrania.

Este presupuesto llega en un momento en que la popularidad del Gobierno de Scholz ha ido cayendo progresivamente a medida que avanzaba la legislatura. La pandemia, la invasión rusa de Ucrania, la crisis energética y el estancamiento de la economía germana han impactado en el coste de la vida y muchos alemanes buscan soluciones en fuerzas extremistas, tanto de derechas como de izquierdas. «Alemania necesita crecimiento económico y unas finanzas sólidas en medio de cambios económicos y sociales en todo el mundo que nos desafían», aseguró el canciller.

Por su parte, la poderosa industria alemana ha acogido con ciertas reservas el pacto. Aunque reconocen que el hecho de alcanzarlo envía una señal alentadora de la capacidad del Gobierno para actuar en tiempos difíciles, también critican que el presupuesto proporciona un impulso moderado para el crecimiento y las inversiones, pero no refuerza de forma sostenible las fuerzas de crecimiento.

El compromiso entre los socios de la coalición, al que llegaron después de una larga noche de negociaciones en Berlín, se aprobará en el consejo de ministros el día 17. Para entonces los detalles tendrán que estar ya más definidos. Después de la pausa de verano, el proyecto pasará al Bundestag, la Cámara baja del Parlamento alemán.

Lindner afirmó que el Gobierno ha hecho todo lo posible por ahorrar, pero defendió que no se trata “en absoluto” de un presupuesto de austeridad. “El nivel de inversión lo demuestra”, subrayó. En las próximas semanas se conocerán detalles sobre los recortes necesarios para ajustarse al freno de la deuda, ya que el líder de los liberales no ha querido aumentar los impuestos. Pese a ello, el Gobierno asegura que va a gastar más dinero en atender a las familias, en la policía, en la creación de vivienda y otras áreas clave.

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