El Partido Conservador del Reino Unido se inclina hacia un populismo más radical tras la derrota electoral | Internacional

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El panorama político del Reino Unido se ha visto sacudido en los últimos años, con especial atención al papel del Partido Conservador en el contexto del Brexit y las consecuentes implicaciones políticas y sociales. El advenimiento del Brexit fue una maniobra que marcó el comienzo de una deriva populista, euroescéptica y xenófoba dentro del partido, que ha persistido hasta la fecha.

Esta tendencia se ha visto siendo liderada por figuras como Boris Johnson, Liz Truss y Rishi Sunak. Sunak, un tecnócrata liberal y cosmopolita, ha sido particularmente criticado por sus políticas de inmigración y su cuestionamiento del derecho internacional, medidas que parecen ser un intento de atraer a las bases conservadoras.

La lucha por el liderazgo del Partido Conservador, ahora en la oposición, parece estar marcada por una continuación de estas tendencias. Según Tim Bale, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Queen Mary de Londres y autor de «El Partido Conservador Después del Brexit: Tormenta y Transformación», los candidatos que no adopten una postura firmemente euroescéptica, negacionista del cambio climático y nacionalpopulista, tienen pocas posibilidades de ganar el liderazgo del partido.

Entre los principales contendientes se encuentran tres mujeres de la derecha dura que han tenido un papel destacado en los debates internos del partido en los últimos años. La exministra del Interior, Suella Braverman, se ha convertido en la portavoz oficiosa del conservadurismo más radical y reaccionario. Desde su dimisión, ha sido una crítica feroz de la política migratoria de Sunak.

Además de Braverman, Kemi Badenoch y Penny Mordaunt son vistas como posibles líderes del partido. Badenoch, hija de nigerianos, ha demostrado un liderazgo indiscutible y una lealtad inquebrantable al partido. Mordaunt, por otro lado, goza de una notable popularidad entre las bases del partido por su imagen de mujer con sentido común y conservadora tradicional.

Más allá de estas mujeres, hay otros posibles candidatos para el liderazgo del partido que parecen estar más inclinados hacia el populismo que hacia la moderación. No se descarta la reaparición de Boris Johnson, e incluso se baraja la posibilidad de que Nigel Farage, líder del populista Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), se una a la contienda.

El Partido Conservador también cuenta con candidatos que mantienen el espíritu de los llamados «one nation tories» (conservadores de una sola nación), una estrategia política que convirtió al Partido Conservador en el refugio natural de la mayoría de los británicos. Entre ellos se encuentran David Cameron, Tom Tugendhat y James Cleverly.

Algunos miembros del partido, como el exministro David Gauke, han criticado la deriva del Partido Conservador hacia el radicalismo euroescéptico. Según Gauke, el partido ha abandonado cualquier respeto por las instituciones y cualquier intento de entender la complejidad de las cosas, enamorándose en su lugar de las promesas grandilocuentes, temerarias y alejadas de la realidad.

Los conservadores, que acaban de perder casi todo, se enfrentan a la disyuntiva de recuperar el espíritu unificador de Disraeli, que les convirtió durante años en una máquina perfecta para ganar elecciones, o entregarse definitivamente al espíritu de Farage y convertirse en algo diferente a lo que han sido durante siglos.

En este sentido, el político más brillante de la era de Margaret Thatcher, Michael Heseltine, explicó con contundencia las causas del populismo surgido entre los conservadores: «Racismo e inmigración. No solo aquí, sino en todo el mundo. Tribalismo, racismo, inmigración. Y todo alimentado por ese profundo instinto humano de proteger lo que se tiene».

Así, el Partido Conservador británico se encuentra en un momento crucial en su historia, enfrentando la necesidad de redefinir su identidad y su rumbo en un contexto marcado por la incertidumbre y la polarización política.

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