El Santiago Apóstol School en Valencia, enclavado en el corazón del Cabanyal, es un refugio de aprendizaje para niños, en su mayoría de la etnia gitana, de familias de bajos recursos. En este entorno, los ojos de los niños se iluminan de asombro al encontrarse frente a frente con el gigante del baloncesto, Usman Garuba. Sin embargo, Garuba parece estar aún más sorprendido por las ingeniosas preguntas que le lanzan estos pequeños admiradores.
Las preguntas, aunque aparentemente simples, son profundamente reveladoras: «¿Eres millonario, Garuba?», «¿Cuántos años tienes?», «¿Cuántos goles has marcado?», «¿Qué talla de zapato usas?» Para Garuba, este encuentro forma parte del Campus Social Basketball Kellogg’s, un momento de desconexión en medio de una semana de intensa tensión. España está a punto de enfrentarse en un torneo preolímpico complicado, donde dos partidos determinarán su presencia en los próximos Juegos de París.
Si clasificaran, serían los segundos Juegos Olímpicos para Garuba, quien tiene solo 22 años. La selección española es su zona de confort, donde puede destacar. A pesar de sus esfuerzos, la NBA todavía no parece haber caído rendida a sus pies. Sin embargo, es un pilar defensivo para el entrenador de la selección española, Sergio Scariolo. Durante los dos primeros partidos del torneo, a pesar de los pocos minutos jugados debido a las faltas, nadie fue más eficiente que él, superando incluso a Santi Aldama y Lorenzo Brown.
Garuba no solo es eficiente, sino que también es productivo. Logra 10 puntos, cinco rebotes y dos tapones de media en poco más de 15 minutos. Es el resultado de un intenso entrenamiento con los Santa Cruz Warriors en la G-League y seis encuentros con el equipo principal, los Golden State Warriors. Garuba, agradecido por el apoyo de los Warriors, ha trabajado en todos los aspectos de su juego, desde lo técnico hasta lo físico, pasando por el tiro y el análisis de vídeo.
A pesar de su incertidumbre contractual, Garuba está decidido a darlo todo en la cancha. Tiene una rutina de dormir una siesta de hasta tres horas antes de cada partido y está decidido a llevar a su país a los Juegos Olímpicos. Guarda una cierta decepción por los últimos Juegos, marcados por la pandemia y la falta de público, y tiene la esperanza de que esta vez será diferente.
La ambición de Garuba es alta y no se conforma con solo clasificar para los Juegos Olímpicos. A pesar de ser uno de los jugadores más jóvenes del equipo, ya es un pilar importante en el vestuario. Es consciente de que ganar el preolímpico sería un impulso, pero su objetivo es competir en las competiciones más importantes, como los Mundiales y los Europeos. Con solo 22 años, Garuba tiene toda una carrera por delante y está decidido a dejar su huella en el baloncesto internacional.