El político reformista iraní Masoud Pezeshkian está en el centro de un intenso debate electoral, consciente de las limitaciones de poder que vendrían con una presidencia en un país regido por las decisiones del líder supremo, Ali Jamenei. Pezeshkian actualmente se enfrenta a una segunda ronda de elecciones presidenciales tras obtener un sorprendente apoyo en las urnas del 42,5% en la primera ronda, ligeramente por delante de su rival, el aliado del régimen, Saeed Jalili, que obtuvo el 38,6%.
Asumiría la presidencia tras el fallecimiento del anterior mandatario, Ebrahim Raisi, en un accidente aéreo. Sin embargo, Pezeshkian es consciente de que sus poderes serían limitados en un país donde el parlamento está dominado por diputados de línea dura aliados con el régimen, y donde la última palabra en decisiones importantes recae en el líder supremo Jamenei y en el Consejo de Guardianes.
Durante su campaña electoral, Pezeshkian, un cirujano de profesión y ex ministro de Sanidad durante el mandato del presidente Hasan Rohan, prometió orientar las políticas del país en materia de diplomacia exterior y emprender cambios económicos y de libertades para el país. Sin embargo, estas promesas han sido recibidas con escepticismo por parte del régimen, que ha expresado su descontento en varias ocasiones.
Pezeshkian ha sido crítico con los errores del gobierno y ha prometido trabajar para mejorar la economía de un país con una inflación del 40%, que ha dejado a millones de hogares en dificultades económicas. Ha prometido un acercamiento diplomático con los países occidentales para obtener el levantamiento de las sanciones y llevar a cabo una «reparación económica».
Sin embargo, no todos los sectores de la oposición apoyan a Pezeshkian, y muchos continúan pidiendo el boicot electoral, argumentando que no hay alternativas políticas que puedan provocar un cambio real en el país.
El tema del acuerdo nuclear ha sido un punto central en los debates electorales. En este acuerdo, Teherán se comprometió a reducir sus centrifugadoras y disminuir sus reservas de uranio enriquecido. Figuras clave de la campaña de Pezeshkian, como el ex ministro de Exteriores Javad Zarif, han criticado duramente a Jalili por su papel en las negociaciones del acuerdo nuclear.
Jalili, por su parte, ha rechazado la noción de que las sanciones impuestas al país estén relacionadas con la situación económica actual. En su lugar, promueve la idea de diversificar las relaciones diplomáticas de Irán en lugar de «ceder» a las «exigencias» de los países occidentales. Jalili es conocido como el «mártir viviente» por perder una pierna en la guerra contra Irak en los años 80, y apuesta por la continuidad de las políticas sociales actuales.
Pezeshkian, a diferencia de Jalili, ha sido crítico con la gestión del régimen de las protestas antigobierno desatadas tras la muerte de la joven Mahsa Amini. Sin embargo, tampoco ha tomado una posición activa contraria al régimen, lo que ha llevado a críticas por parte de los opositores, especialmente en la diáspora, que no ven esperanza de que su voto suponga un cambio de rumbo a mejor en el país.
Esta tensa situación electoral se produce en un contexto de protestas y descontento social, con el país enfrentándose a una inflación del 40% y a una fuerte presión internacional debido a su programa nuclear. A medida que se acerca la segunda ronda de las elecciones, los candidatos y sus propuestas están en el punto de mira, y el futuro de Irán está en juego.