El mundo ortodoxo ha presenciado recientemente un cambio importante en su escena religiosa. La elección de Daniel Vidinsky como el nuevo Patriarca de la Iglesia ortodoxa búlgara ha sido recibida con alegría por los aliados del Kremlin, causando desconcierto entre los partidarios de Ucrania y Occidente.
El patriarca Daniel nació en 1972 en la ciudad de Smolyan, en Bulgaria. Después de graduarse de la Facultad de Teología de la Universidad de Sofía, pasó varios años en varios monasterios antes de ser ordenado obispo de Dragovitia en 2008. Ahora ocupa la posición más alta en la iglesia ortodoxa búlgara, con un ojo puesto en Moscú.
La fe búlgara estaba en un punto de inflexión, con Rusia y Occidente compitiendo por su lealtad. Su predecesor, el difunto Patriarca Nefito de Bulgaria, criticó repetidamente la postura de la Iglesia ortodoxa rusa ante la invasión de Ucrania y pidió apoyo a Kiev. Sin embargo, el patriarca Daniel es un hombre muy distinto.
En 2022, se dirigió al clero para justificar las acciones militares de Putin en Ucrania. Esta postura ha llevado a algunos medios búlgaros a acusarlo de recibir ayuda financiera de Moscú. Aunque no hay pruebas de estas acusaciones, es de conocimiento público que Vidinsky visitó periódicamente la capital rusa, donde se reunió con el Patriarca Kirill y altos representantes rusos, sin la autorización de su iglesia.
La elección de Daniel Vidinsky ha marcado el fin de una era en la Iglesia ortodoxa búlgara. En la segunda ronda de votaciones, recibió 69 votos, tres más que el metropolitano Grigory de Vrachansky, conocido por sus tendencias prooccidentales. Esta victoria ha llevado a los partidos nacionalistas prorrusos a emitir declaraciones de apoyo, mientras que en la Iglesia búlgara las divisiones son evidentes.
El archimandrita Nicanor ha anunciado que renunciará en protesta contra la elección del patriarca Daniel. En sus redes sociales, describió la elección como realizada «según el manual del KGB». Además, criticó duramente las posiciones morales del patriarca Daniel, que «justifican la agresión rusa en Ucrania», algo que para Nicanor excede los límites de la ética humana moderna.
El patriarca Daniel también ha criticado a aquellos líderes de la Iglesia que han estrechado los lazos con la Iglesia ortodoxa de Ucrania, a cuya independencia Moscú se opone firmemente. Incluso se ha negado a reconocer a la Iglesia ortodoxa de Ucrania como entidad independiente de la Iglesia ortodoxa rusa, que recibió la autocefalia del Patriarcado de Constantinopla en 2019.
Rusia ha calificado la caída del régimen prorruso en Ucrania en 2014 como un «golpe de Estado» organizado por Estados Unidos y otros países occidentales. El patriarca Daniel ha seguido esta línea, condenando la posición oficial del gobierno búlgaro, que «señaló como agresor sólo a una de las partes en conflicto», y denunciando que Washington «financió actividades subversivas».
La ceremonia de entronización del patriarca Daniel contó con la presencia de numerosos políticos, incluyendo al presidente Rumen Radev, conocido por su condescendencia con el Kremlin y su oposición a prestar más ayuda a Ucrania. La embajadora de Rusia, Eleonora Mitrofanova, también hizo una rara aparición pública en esta ocasión, lo que indica la importancia que Rusia le da a esta elección.
Estos son tiempos de cambio para la Iglesia ortodoxa búlgara, con un nuevo líder que parece alinearse más estrechamente con Rusia que con Occidente. Las implicaciones de este cambio, tanto en el ámbito religioso como en el político, están por verse. Lo que es seguro es que la elección del patriarca Daniel ha sacudido el equilibrio geopolítico en el mundo ortodoxo.