El diésel y la gasolina han sido, durante décadas, los principales combustibles para el transporte terrestre. Sin embargo, en los últimos años, el foco se ha centrado en los llamados vehículos eléctricos, marcando el camino para una transición energética. La Unión Europea había establecido el año 2035 como la fecha límite para la venta de vehículos de combustión interna, pero recientes informaciones sugieren que puede haber un cambio de planes. ¿Es este el final de la era del diésel y la gasolina, o todavía queda futuro para estos combustibles?
Para entender la importancia de esta situación, es crucial recordar que la Unión Europea ha sido uno de los principales impulsores de la transición hacia vehículos más limpios, con el objetivo de combatir el cambio climático. La estrategia inicial era permitir la venta de vehículos de combustión interna, incluyendo coches híbridos y enchufables, hasta 2035. Sin embargo, parece que esta política podría estar abierta a revisión, con posibles modificaciones y reformas.
En 2022, la Unión Europea ya había abierto la puerta a los combustibles sintéticos y biocombustibles neutrales. En 2023, se acordó una normativa Euro VII mucho más laxa, que aliviase la presión sobre la combustión interna en los próximos años. Este movimiento fue impulsado en gran medida por los fabricantes de automóviles, que están invirtiendo principalmente en el desarrollo del coche eléctrico.
La Presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, había abogado por hacer efectiva la prohibición del diésel y la gasolina en 2035. Sin embargo, parece que la visión política puede estar cambiando. Según Reuters, el Grupo del Partido Popular Europeo, uno de los grupos políticos con mayor peso en el Parlamento Europeo, estaría proponiendo la revisión de los objetivos marcados para 2035. La propuesta incluiría «permitir el uso de combustibles neutrales alternativos más allá de 2035».
Este cambio de dirección no es una sorpresa completa, ya que algunos estados miembros de la Unión Europea, como Alemania e Italia, habían solicitado el cambio. El presidente del Partido Popular Europeo y del Grupo Popular Europeo, Manfred Weber, ya se había pronunciado en este sentido hace unas semanas.
La cuestión clave ahora es cómo se definirán los términos de «neutral» y «cero emisiones» en el borrador de prioridades, y qué criterios técnicos se utilizarán para determinar si un coche puede ser considerado de combustión neutral. Esto implicará un nuevo marco legal y soluciones técnicas que garanticen que dicho coche solo utilizará combustibles neutrales.
La incertidumbre sobre el futuro de la combustión interna se ve agravada por los cambios en la composición del Parlamento Europeo, con un crecimiento de los democristianos y de partidos que han mostrado escepticismo con respecto a la agenda climática y la transición energética impulsada por la Unión Europea.
Además, existen dudas sobre la viabilidad de los biocombustibles y combustibles sintéticos y si estos podrán producirse en volúmenes y costes razonables para que la combustión interna siga siendo una opción más allá de 2035. Al mismo tiempo, los fabricantes de automóviles europeos han centrado mayoritariamente sus inversiones en el vehículo eléctrico, deteniendo gran parte de sus desarrollos de combustión interna y estableciendo objetivos de venta de coches eléctricos incluso más ambiciosos que la fecha propuesta de 2035.
Por tanto, aunque la muerte del diésel y la gasolina puede haber sido precipitada, su futuro sigue siendo incierto. La Unión Europea se enfrenta a un difícil equilibrio entre la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y la necesidad de mantener una industria automotriz vibrante y competitiva.