La ira de los partidos extremistas y populistas contra el Festival de Eurovisión

La furia de los partidos ultras y populistas contra el Festival de Eurovisin

En el entramado de la política europea, donde se mezclan los populistas de derecha, los neonacionalistas, los prorrusos y los ultraconservadores, existe un vínculo común que une a muchos de estos grupos: su desprecio por el Festival de Eurovisión. Este evento, que combina música y política en un espectáculo visual y sonoro, ha sido objeto de críticas y controversias por parte de estas formaciones políticas que ocupan un espacio cada vez más grande en el Parlamento Europeo y las Asambleas nacionales de los Veintisiete.

El reciente eco de la 68ª edición del concurso, que fue la más polémica de la historia, aún resuena. Esta edición estuvo marcada por la controvertida participación de Israel en medio de la guerra en Gaza. Apenas se apagó este eco, nuevas controversias surgieron, ahora centradas en las Repúblicas bálticas.

En Letonia, su parlamento rechazó una moción que pedía la retirada del país del concurso. En la vecina Lituania, la dirección de la radiotelevisión pública nacional tuvo que intervenir para negar una petición similar, promovida entre otros por el controvertido eurodiputado Petras Grazulis. Estos incidentes se inspiraron en lo ocurrido en Hungría, donde el régimen iliberal de Viktor Orban ordenó la retirada en 2020, y en países fuera de la UE como Turquía, donde el gobierno islamista de Erdogan hizo lo mismo en 2012.

El descontento con Eurovisión en Letonia comenzó con una iniciativa ciudadana. Un ciudadano reunión casi 12,000 firmas en una plataforma local similar a Change.org, para pedir que el país abandonara el concurso. El motivo alegado fue que los participantes «tienden a comportarse de forma obscena». La Saeima, el órgano legislativo unicameral de Letonia, dedicó una sesión a debatir el asunto. Finalmente, la moción fue rechazada, con sólo 32 votos a favor, 24 en contra y 31 abstenciones.

En Lituania, la radiotelevisión pública LRT tuvo que emitir un comunicado aclarando que el país no abandonará el concurso. Esta aclaración fue en respuesta a una petición del polémico político Petras Grazulis, quien denunció que el Festival es una «plataforma de propaganda LGBTI». Grazulis es conocido por ser un agitador ultra contra los homosexuales.

La victoria de Nemo, el primer artista no binario en ganar el concurso, llevó a Suiza a ser la anfitriona del Festival en 2025. Sin embargo, una encuesta del periódico Blick reveló que el 49% de los ciudadanos son escépticos sobre la organización del evento. Entre aquellos que se identifican como votantes de izquierda, el apoyo al concurso es abrumador. Sin embargo, el 74% de los simpatizantes de la Unión Democrática del Centro, un partido populista anti-inmigración, se oponen al concurso.

El Festival de Eurovisión, más que un concurso de canciones, es un escaparate de libertades, tolerancia y diversidad. Recibió la Medalla Carlomagno de la UE por su contribución al proceso de unificación europea y a la formación de una identidad común. Sin embargo, ha estado en la mira de grupos políticos ultraconservadores durante años.

El gobierno húngaro de Viktor Orban exigió la retirada del país del concurso por considerarlo «demasiado gay». Esta fue la primera de una serie de medidas que el régimen ha aprobado desde 2020 contra la comunidad LGBTI. «Hungría no puede formar parte de la flotilla homosexual en la que se ha convertido esta competición musical llena de travestis y mujeres barbudas«, se dijo desde el entorno del líder iliberal para justificar el boicot.

Los sectores más ultranacionalistas de Rusia también han tratado de retirar al país del concurso. Cuando en 2014 ganó Conchita Wurst, la representante de Austria, los diputados nacionalistas promovieron el abandono. Pero nadie podía imaginar que serían expulsados años después, tras la invasión de Ucrania.

Incluso en este asunto hay excepciones en el campo de la ultraderecha. Marine Le Pen, un icono de esta familia política, es una gran seguidora del Eurovisión. Aunque su partido, Reagrupamiento Nacional, lograra una mayoría histórica, la participación de Francia en el Festival no parece correr peligro.

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