Cuando un estudiante interactúa personalmente con Alejandro Magno a través de Inteligencia Artificial

EL PAÍS

La inteligencia artificial (IA) está transformando el mundo de la educación, promoviendo una metamorfosis desde la transmisión de conocimientos hacia el análisis y la ordenación de información. Esta transformación se prevé no solo personalizada sino también individualizada, adaptándose a cada estudiante y profesor. Este cambio, que podría ser descrito como el mayor logro en educación desde la expansión de internet, se espera que sea una realidad en los próximos dos a cinco años, afectando a todos los niveles de educación, desde la enseñanza infantil hasta la universitaria, incluyendo la formación profesional y la capacitación en las empresas.

Las implicaciones de la IA en la educación son profundas y multifacéticas. Los centros educativos tendrán que redefinir su misión y su gestión, y la relación entre docentes y alumnos experimentará un cambio radical. El aprendizaje podría orientarse a enseñar a los alumnos a ordenar la ingente información a la que tienen acceso, aprender a dudar de lo mal argumentado, contrastar diversas fuentes y formar sus propias opiniones con espíritu crítico.

La implantación de la IA en educación también presenta retos. Para que estas herramientas funcionen, millones de usuarios tendrán que aprender a utilizarlas. Además, se necesita una planificación política e inversión para facilitar esta transición, ya que estas tecnologías no son baratas.

Un aspecto fascinante de la integración de la IA en la educación es que puede abrir nuevas salidas laborales para carreras de humanidades como psicología, filosofía, ética, lingüística o pedagogía. Estos profesionales podrían ser necesarios en equipos más diversos de empresas e instituciones, ya que una de las claves para gestionar y sacarle el mayor partido a la IA es su condición multidisciplinar.

Julio Gonzalo Arroyo, catedrático de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y experto en procesamiento de lenguaje natural e IA, advierte sobre la necesidad de cautela al utilizar la IA en la educación. Según él, aunque la IA puede ser una herramienta valiosa, su conocimiento es de momento superficial y no conviene fiarse demasiado de ella.

El potencial de la IA generativa es enorme, según Arroyo, pero también presenta riesgos. Puede ser útil en algunas ocasiones y perjudicial en otras, especialmente en temas especializados donde la probabilidad de error aumenta significativamente.

Un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) encontró que el 76,4% de los usuarios de IA generativa está satisfecho o muy satisfecho con la fiabilidad de sus resultados. Sin embargo, Arroyo señala que esta confianza en la IA puede ser un problema, ya que la percepción de los usuarios puede estar equivocada.

Santiago Íñiguez de Onzoño, presidente de IE University y profesor de Dirección Estratégica, es optimista sobre el futuro de la IA en la educación, siempre que se cumplan unos requisitos previos. Según él, es vital desarrollar el espíritu crítico de los alumnos y preparar a todo el claustro de profesores para transmitir esta capacidad.

La IA y los docentes podrían tener una relación simbiótica en la que la IA ayuda a los profesores a centrarse en su trabajo mientras provee a los estudiantes un aprendizaje personalizado. La IA podría incluso ser más empática que la mayoría de los profesores e interactuar con los estudiantes de formas que podrían potenciar su interés por el aprendizaje.

La IA y los modelos de aprendizaje podrían cambiar drásticamente con la integración de la IA. En lugar de utilizar métodos de enseñanza tradicionales, los profesores podrían convertirse en emprendedores, creando sus propios contenidos y utilizando la IA para estructurar cursos y minimizar el tiempo necesario para prepararlos.

La IA y el plagio es otra preocupación en la educación. La IA es capaz de plagiarse a sí misma, lo que podría difundir el plagio. Sin embargo, las herramientas actuales para detectar el plagio no son todavía fiables.

La IA y la personalización del aprendizaje podrían ser un aspecto revolucionario de la educación en el futuro. Según Juan Cigarrán, ex vicerrector de Tecnología de la UNED, la IA podría permitir la creación de un itinerario individual que adapta el aprendizaje al ritmo de cada alumno, ofreciendo al profesor humano toda la información sobre avances, dificultades y tasas de éxito.

La IA y las competencias digitales necesarias para utilizar estas herramientas son otro desafío a afrontar. Antes de que se puedan realizar los mayores avances, es necesario analizar cómo introducir estas herramientas en el aula y dotar a profesores y estudiantes de las competencias digitales necesarias.

La IA y la creatividad también podrían tener una relación positiva. Según Daniel Arribas, responsable de Research en una multinacional tecnológica, la IA podría estimular la creatividad hasta límites que todavía no podemos imaginar.

Finalmente, la IA y la generación Alfa, nacida a partir de 2010, podrían ser los primeros en convivir de forma natural con la IA generativa, siendo apodados como «ninjas digitales». Para ellos, la IA no será una novedad, sino una parte natural de su educación y su vida.

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