Rishi Sunak asume su derrota y solicita prevenir una «supermayoría» del Partido Laborista | Internacional

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El ambiente entre los conservadores británicos se siente como una debacle histórica, con recriminaciones y acusaciones que comienzan incluso antes de que los ciudadanos acudan a las urnas. Varios diputados, bajo el manto del anonimato, han descrito las últimas seis semanas como «la peor campaña de su vida» y culpan al primer ministro, Rishi Sunak, de ignorar a sus asesores.

Isaac Levido, el gurú electoral australiano que ayudó a Boris Johnson a ganar las elecciones de 2019, intentó disuadir al equipo de Sunak de dos errores significativos. Primero, convocó elecciones anticipadas en julio, cuando los datos económicos positivos, como la mejora de la inflación o del PIB, apenas comenzaban a surgir. Segundo, ignoró a los votantes que una vez abandonaron el Partido Laborista para votar a los tories por el Brexit. Levido sugirió que la campaña de Sunak debería centrarse en atacar a su verdadera amenaza: el Reform UK del populista Nigel Farage.

Sólo al final de unas semanas desastrosas, los conservadores han decidido abandonar su temor a ofender a estos votantes y comenzar a atacar con dureza a Farage por su racismo, xenofobia y homofobia. Sin embargo, puede ser demasiado tarde. Las encuestas dan a Reform UK un 16% de apoyo, lo que podría provocar una grave erosión en el número de escaños tories. Mientras tanto, el Partido Laborista mantiene una ventaja de 20 puntos porcentuales sobre los conservadores, que obtendrían entre un 19% y un 20% de apoyos.

Sunak, que podría pasar a la historia como el candidato que provocó el hundimiento electoral del Partido Conservador, ha entrado en notables contradicciones al cambiar su estrategia. Hace una semana alabó la voluntad de conciliación familiar de su rival, Keir Starmer, quien siempre ha presumido de desconectar del trabajo a partir de las seis de la tarde los viernes para pasar tiempo con su familia. Sin embargo, en las últimas horas, la consigna repetida por los conservadores, incluido Sunak, ha sido llamar a Starmer Sir Sleepy (Señor Dormilón) y reprocharle su voluntad de mantener un horario razonable de trabajo.

La señal más clara de que Sunak busca ahora suavizar la derrota es su petición constante a los votantes de evitar una «supermayoría» laborista. El sociólogo John Curtice, una de las voces más respetadas en el análisis electoral del Reino Unido, ha sido contundente: «Las posibilidades de que un rayo caiga dos veces en un mismo sitio son superiores a las de que Sunak gane estos comicios», ironizaba.

Sunak, en un acto electoral en Oxfordshire, apeló directamente a los votantes que están considerando apoyar a Starmer o a los que han sido seducidos por los cantos de sirena populistas de Farage. En muchas de las 650 circunscripciones, el escaño dependerá de una diferencia de apenas cientos de votos.

Por otro lado, Starmer tiene que combatir sus propios fantasmas en los últimos días de campaña. Debe convencer a aquellos que dan por hecha la victoria de la izquierda de que «si quieren cambio, deben votar cambio», y no pueden quedarse en casa. Además, debe intentar reducir el miedo infundido por la campaña conservadora a un posible Gobierno con mucho poder y una mayoría arrolladora en el Parlamento.

En una entrevista con The Times, Starmer explicó que «cuanto más amplia sea la mayoría, mejor será para el país». El candidato laborista es consciente de que su victoria es más una expresión de hartazgo de los ciudadanos contra los tories que una muestra de esperanza con el nuevo ciclo político que se avecina.

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