Las manifestaciones en Kenia continúan en aumento a pesar de la suspensión de la subida de impuestos propuesta por el presidente William Ruto. Las protestas han evolucionado desde la oposición a la ley de impuestos hasta la movilización contra la violencia, el alto costo de vida, la precariedad de los jóvenes, la corrupción y la ostentación de ciertos políticos. “Esto va más allá de rechazar el proyecto de ley. Va sobre acabar, de alguna forma, con el antiguo régimen. Necesitamos una nueva cultura política en Kenia”, afirma Maxwell Magadi, líder estudiantil keniano.
Las manifestaciones de este martes comenzaron a exigir la dimisión de Ruto, que asumió el cargo en agosto de 2022. Centenares de personas participaron en manifestaciones en Nairobi y otras ciudades, según informes locales. En la capital, la policía antidisturbios disparó gases lacrimógenos. Mary (nombre ficticio para proteger su identidad), una joven keniana, decidió no participar en las protestas debido a la violencia ejercida por la policía.
La suspensión del proyecto de ley de finanzas y la oferta del presidente de dialogar con los jóvenes a través de plataformas digitales no han calmado los ánimos. La Generación Z, coordinada a través de redes sociales, está teniendo un especial protagonismo en estas movilizaciones. John (nombre ficticio por cuestiones de seguridad), un empresario de 31 años que participó en las marchas, dice que Kenia necesita alejarse del pasado y erradicar la corrupción que cada gobierno hereda.
Amnistía Internacional ha denunciado la “desaparición forzosa” de al menos 12 personas implicadas en las protestas, y unas 360 personas han resultado heridas de gravedad en todo el país, según la Comisión de Derechos Humanos de Kenia. Según la BBC, se trata, en realidad, de 35 detenciones “orquestadas por una unidad de inteligencia policial” y se desconoce el paradero de 10 de los detenidos. Mercy (nombre ficticio para proteger su identidad), otra manifestante, desconfía de Ruto: “No creo que tenga nuestros intereses como prioridad. Nos ha llamado delincuentes, y le preocupan más las pérdidas materiales que las humanas”.
El principal partido de la oposición de Kenia, el Movimiento Democrático Naranja, acusó a Ruto de tener “sangre en las manos” por la gestión de las protestas.
Kenia, al igual que otros países africanos, sufre una desigualdad agudizada por la inflación y los efectos de la emergencia climática, con largas sequías e inundaciones. El coste de la vida para los kenianos continúa creciendo. Según la Oficina Nacional de Estadística, los precios para el consumidor de productos como la espinaca han crecido un 18,2% en un año, y los tomates, un 14%; mientras que la electricidad ha crecido casi un 7% y el carbón, un 3,5%.
“Están matando el futuro de Kenia”, dice Faith (nombre ficticio), de 18 años, que ha participado en las manifestaciones de Nairobi. “Hemos visto cómo el Gobierno, a pesar de los impuestos ya altos que recaudaron en el ejercicio 2023/2024, no ha hecho nada por el contribuyente. Llegó [tras las elecciones de 2022] con promesas de un futuro mejor para los trabajadores humildes, pero nos quita y nos quita sin tenernos en cuenta, para engordar sus bolsillos”, protesta.
La polémica ley de finanzas del Gobierno keniano, ahora retirada, incluía una subida generalizada de impuestos, como un 5% más de las tasas que gravan las transferencias bancarias y pagos a través del teléfono móvil, una subida del 16% al impuesto sobre el pan y del 25% al aceite vegetal. Además de un cargo adicional del 2,75% para los asalariados inscritos en el plan nacional de seguro médico y un impuesto anual del 2,5% para los vehículos de motor. El proyecto de ley también daba carta blanca al Gobierno para intervenir cuentas bancarias y de dinero móvil para obligar al pago de dichos impuestos.