En un sorprendente cambio de marcha, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha decidido reanudar las conversaciones públicas con Estados Unidos, utilizando a Qatar como mediador. Este anuncio llega antes de las próximas elecciones presidenciales del 28 de julio y puede significar un cambio de rumbo para las relaciones entre los dos países.
Durante su programa de televisión Con Maduro+, el presidente venezolano reveló que había estado considerando la propuesta del gobierno estadounidense para reanudar las relaciones y el diálogo durante dos meses. A partir del miércoles, las negociaciones se reanudarán con la esperanza de que Estados Unidos cumpla con los acuerdos firmados en Qatar y restablezca los términos del diálogo con respeto.
Maduro aseguró que su administración no se esconderá y que está dispuesto a superar este «conflicto brutal e inútil». Aunque el chavismo ha permitido de mala gana la inclusión de la candidatura del opositor Edmundo González Urrutia, Maduro parece decidido a seguir adelante.
Los acuerdos secretos alcanzados en Doha entre las dos partes se han convertido en un pilar importante para los Acuerdos de Barbados entre el gobierno y la oposición, que contó con el apoyo del gobierno de Noruega. Sin embargo, Maduro acusó a Estados Unidos de intentar obtener ventajas y difundir versiones falsas de las reuniones secretas. Como resultado, enviará a su hombre de confianza, Jorge Rodríguez, al frente de la delegación chavista en el estado árabe.
A pesar de los intentos de reanudar las negociaciones, la revolución bolivariana ha violado repetidamente lo que se acordó en Barbados. Desde la inhabilitación de la líder opositora Maria Corina Machado, hasta la persecución y encarcelamiento de 40 colaboradores cercanos a la ganadora de las primarias de la oposición, dirigentes de otros partidos opositores, activistas y periodistas. Además, el chavismo ha bloqueado el voto en el exterior, afectando a unos 5 millones de votantes, y a cientos de miles de jóvenes en Venezuela.
Por otro lado, Maduro se ha beneficiado directamente del intercambio de una docena de rehenes estadounidenses a cambio de su presunto testaferro, el magnate colombiano Alex Saab. Estados Unidos también levantó parcialmente las sanciones energéticas establecidas contra la revolución, aunque el incumplimiento continuado de Caracas provocó que estas licencias se limitaran en el tiempo.
La conexión lograda por Machado y la Venezuela profunda, a través de la herida abierta por la huida de nueve millones de venezolanos al exterior y el fracaso de la revolución, ha cambiado el juego en las próximas elecciones presidenciales del 28 de julio. Todas las encuestas independientes predicen una victoria de González Urrutia por al menos el doble de votos que Maduro, aunque el poder bolivariano mantiene su espada de Damocles sobre el proceso electoral.
Este anuncio de Maduro y la reanudación de las conversaciones con Estados Unidos, podrían ser un indicador de un cambio en las tácticas del presidente venezolano. Sin embargo, con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina y la presión internacional aumentando, queda por ver si esta apertura al diálogo marcará una diferencia significativa en las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela, y en el futuro político de este último.