El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, regresó a la Casa Blanca el lunes tras una semana agitada que incluyó su preparación para el debate con Donald Trump, un mitin en Carolina del Norte, y eventos electorales en Nueva York y Nueva Jersey. Este retorno se produce después de un fin de semana en el que Biden pasó tiempo en Camp David reflexionando sobre su futuro político y participando en una sesión con la célebre fotógrafa Annie Leibovitz.
Esta actividad intensa forma parte de la estrategia de Biden para demostrar su capacidad para continuar en el cargo, a pesar de las críticas de los medios de comunicación que cuestionan su idoneidad. Después de un debate en el que se mostró vulnerable y no pudo contrarrestar las mentiras de Trump, Biden busca convencer a los votantes de que su deseo de reelección no se basa únicamente en su propio interés, sino en su capacidad para ganar en las urnas y completar un segundo mandato.
Para reforzar su imagen, Biden ha movilizado a los pesos pesados de su partido, que han salido en su defensa en programas políticos de televisión y en las redes sociales. Entre ellos se encuentran figuras destacadas como Hillary Clinton y Barack Obama, cuyos tuits de apoyo fueron orquestados desde la campaña de Biden, según informa Axios.
La exspeaker de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, defendió a Biden argumentando que es injusto reducir una presidencia a los 90 minutos de un mal debate. Por su parte, el representante de Carolina del Sur, James Clyburn, y el senador de Delaware, Chris Coons, también respaldaron al presidente, sosteniendo que un mal día no debería ser motivo para cambiar de candidato.
Durante el fin de semana, la campaña de Biden también trabajó en la mitigación de daños, poniéndose en contacto directamente con los votantes y asegurando que no planea renunciar a su candidatura. Según un correo electrónico enviado por la campaña: “Si se retirara, provocaría semanas de caos, luchas internas, y un enfrentamiento brutal en la convención”. Todo esto mientras Trump tendría el camino libre hacia la victoria.
A pesar de las críticas, la campaña de Biden ha recaudado 33 millones de dólares desde el debate, lo que indica un apoyo continuo de sus donantes. Además, las encuestas no han registrado cambios significativos en el apoyo de los votantes a la candidatura de Biden tras el desastroso debate. Si eso cambiara en los próximos días, aún quedaría tiempo para un reemplazo, aunque ninguno de los aspirantes que ha sonado estos días parece contar con los apoyos suficientes.
El entorno de Biden también ha respondido a las críticas al equipo que lo ayudó a preparar el debate, encabezado por Ron Klain, un constante y veterano aliado de Biden. A pesar de las críticas, Klain seguirá asesorando a Biden para el segundo debate, que está previsto para el 10 de septiembre.
Mientras tanto, la estrategia de Biden pasa por incrementar los actos públicos y ofrecer un discurso memorable en la Convención de Chicago a finales de agosto. La campaña también busca aumentar las apariciones de Biden en los medios, donde ha estado notablemente ausente durante su presidencia, lo que ha alimentado las sospechas de que está evitando las entrevistas y conferencias de prensa por miedo a mostrarse vulnerable.
Estas acciones son un intento de recuperarse después de que sonaran todas las alarmas durante el primer debate, donde 51 millones de telespectadores fueron testigos del desempeño de Biden en Atlanta, uno de los momentos más difíciles de su carrera política.