Explora España ha decidido aventurarse por terrenos inexplorados en su pasado reciente, una decisión que ha llevado a la selección nacional de baloncesto a enfrentar desafíos que normalmente su nobleza y medallas evitan. Para participar en los Juegos Olímpicos, un torneo al que no ha faltado desde Atlanta 96, debe ganar un Preolímpico, un proceso que refleja la «nueva realidad» del baloncesto español.
El primer obstáculo fue Líbano, un oponente que se reveló como una piedra fácil de saltar gracias a una aplastante victoria de 59-104. No obstante, este torneo trampa tiene reservadas emociones más fuertes para el fin de semana en Valencia. Y para añadir un soplo de optimismo, tres de los jugadores más jóvenes de la selección, Aldama, Garuba y Pradilla, fueron los más destacados.
España no permitió que el partido contra Líbano tuviera un segundo de historia, rechazando las tradiciones menos deseables como los comienzos temblorosos y perezosos en las competiciones. Aunque es probable que Angola tampoco suponga un gran desafío, horas antes de la paliza a Líbano, Bahamas, un equipo con pocos nombres pero muchas estrellas, demostró de lo que era capaz contra Finlandia, incluso sin Lauri Markkanen.
Sus tres jugadores de la NBA, DeAndre Ayton, Eric Gordon y Buddy Hield, sumaron casi 60 puntos entre los tres, despedazando a los nórdicos en un par de arreones. Este hecho sirvió de advertencia al equipo español, que no ha tenido una preparación tan completa como hubiera deseado el entrenador Scariolo, con jugadores llegando de manera escalonada y solo dos amistosos para prepararse.
La defensa es a menudo el mejor indicador de la pereza de un equipo, y la selección española mostró pronto su ambición y energía en una Fonteta no tan llena como se esperaba. La primera unidad, liderada por Lorenzo Brown, maduró al rival. Y todavía en el primer cuarto, la segunda rotación, con un sensacional Usman Garuba, hizo temblar a Líbano.
Sin embargo, el buen comienzo se vio empañado cuando Juancho Hernangómez regresó al juego después del descanso cojeando y con mala cara. Parece poco probable que juegue contra Angola por el primer puesto del grupo, lo que sería un golpe para las aspiraciones de España. A pesar de esto, el equipo siguió concentrado, aumentando su ventaja y mostrando una defensa agresiva, concentración en el rebote y un constante intento de pase extra en ataque.
El resultado final: 30 asistencias (nueve de Lorenzo en menos de 17 minutos), 104 puntos y una paliza a Líbano. Un primer plato dulce que solo se vio empañado por el susto de Juancho Hernangómez. Este torneo es un recordatorio de que en el baloncesto, como en cualquier otro deporte, nada está garantizado y cada victoria debe ser ganada en la cancha, independientemente del prestigio o las medallas pasadas. Sin duda, la selección española de baloncesto ha entendido este mensaje y está lista para enfrentar los desafíos que le esperan.