El impacto de la reciente asonada militar en Bolivia aún resuena en el país. En medio de esta inquietante situación, las tensiones entre el actual presidente, Luis Arce, y el exmandatario, Evo Morales, se han exacerbado, y se percibe una notable fractura en el partido gobernante, el Movimiento al Socialismo (MAS). Los observadores sugieren que estos conflictos son la culminación de disputas y desacuerdos que llevan tiempo gestándose tanto dentro del MAS como entre los dos líderes políticos.
En una asamblea de la Federación de Zonas Tradicionales de cultivo de coca, Morales acusó a Arce de haber orquestado el golpe militar como una maniobra para mejorar su imagen y/o ceder el poder a una Junta Militar. Aseguró que Arce «mintió a los bolivianos y al mundo entero». Según Morales, el golpe tenía como objetivo desviar la atención de la «mala gestión» del Gobierno y la falta de dólares y combustibles.
Esta teoría es respaldada por el general Juan José Zúñiga, exjefe del ejército y protagonista de la asonada, quien alega que el levantamiento fue acordado previamente con el Presidente Arce. Sin embargo, Arce y su gabinete han negado categóricamente estas afirmaciones.
El Presidente Arce ha respondido a las acusaciones de Morales en las redes sociales. «Evo Morales, ¡no te equivoques una vez más! Claramente lo que ocurrió el 26 de junio fue un golpe militar fallido en Bolivia», declaró Arce. Y continuó: «¡No te pongas del lado del fascismo que niega lo ocurrido! Los responsables que buscaron tomar el poder por las armas están siendo procesados y serán juzgados, como fue el caso de los golpistas de 2019».
El Ministro del Interior también se pronunció sobre las declaraciones de Morales, calificándolo de «mitómano compulsivo» que cree que «el país gira alrededor de él».
Sin embargo, no todos están de acuerdo con la afirmación de Arce de que ha sido el blanco de los ataques de Morales. Álvaro García Linera, un intelectual de la izquierda boliviana y antiguo vicepresidente de Morales, argumenta que el conflicto es el resultado de una pérdida de enfoque estratégico dentro del bloque nacional popular, y una propensión a las disputas personales y mezquinas. En su opinión, tanto Arce como Morales son responsables del deterioro de la situación.
García Linera sostiene que el actual Gobierno de Arce está plagado de problemas y tiene muchas dificultades para mantenerse a flote hasta 2025. A diferencia de Morales, no cree que los problemas de Arce beneficien a alguien. Según él, «Lo que le va mal a Luis nos va mal a todos, al país y al evismo«.
El caso boliviano ilustra la complejidad y volatilidad de la política en América Latina. En medio de las luchas de poder y los enfrentamientos personales, el pueblo boliviano se enfrenta a un futuro incierto.