Mohamed Ould Ghazouani, presidente de Mauritania, se ha asegurado un segundo mandato al frente del país después de obtener el 56% de los votos en las elecciones celebradas el pasado sábado, según los resultados publicados por la Comisión Electoral Nacional Independiente (Ceni). Con esta mayoría, Ghazouani evita la necesidad de una segunda vuelta. Sin embargo, su principal rival y líder opositor, Biram Dah Abeid, quien obtuvo un 22% de las papeletas, ha rechazado los resultados y ha denunciado un fraude electoral.
Las elecciones, que tuvieron una tasa de participación del 55,4%, se llevaron a cabo sin incidentes graves. No obstante, la tensión comenzó a aumentar una vez que se inició el recuento de votos. El domingo, con el escrutinio ya avanzado, Abeid acusó a la Ceni de dar un golpe de Estado electoral. “Solo reconoceremos nuestros propios resultados y, sobre esa base, saldremos a la calle para rechazar este atraco electoral”, declaró Abeid. Poco después, las fuerzas del orden rodearon la sede del candidato y detuvieron a su jefe de campaña.
En respuesta a las acusaciones de Abeid, el ministro del Interior, Mohamed Ahmed Ould Mohamed Lemine, afirmó que el Gobierno había abortado un intento de desestabilización protagonizado por uno de los candidatos que estaba instigando a grupos de jóvenes a crear problemas en las calles. “Ciertos movimientos racistas conocidos por su hostilidad a la unidad nacional se han deslizado sobre las olas de la elección presidencial para intentar lograr sus objetivos innobles”, aseguró Lemine en referencia al principal aspirante opositor y su partido.
Las fuerzas de seguridad han estado en alerta en los últimos días para evitar que se repitiera el escenario de 2019, cuando la victoria de Ghazouani por un 52% de los votos ya fue rechazada por el opositor Abeid. Las protestas posteriores provocaron tres muertos y obligaron a las autoridades a decretar un toque de queda durante dos semanas. Este lunes, la Ceni tiene previsto proclamar oficialmente los resultados provisionales, que sitúan en tercer lugar al líder de los islamistas de Tawassoul, Hamadi Ould Sidi El Moctar, con un 13% de los votos.
Ghazouani, de 67 años, fue durante años la mano derecha del expresidente Mohamed Ould Abdelaziz. Entre 2008 y 2018 fue el máximo responsable de las Fuerzas Armadas y posteriormente ocupó el puesto de ministro de Defensa. En 2019, ante la imposibilidad de que Abdelaziz se presentara a un tercer mandato por la existencia de un límite constitucional, fue designado por este su sucesor y candidato a las presidenciales, logrando la victoria en primera vuelta.
Durante estos cinco años, Ghazouani ha logrado mantener la política de su antecesor y mantener a Mauritania a salvo de la violencia yihadista que desgarra al Sahel gracias a una mezcla de diálogo religioso, acuerdos tácitos con los radicales y refuerzo de las capacidades militares. Además, la emergencia de dictaduras militares que han girado hacia Rusia en la región, como es el caso de Malí, Burkina Faso y Níger, han convertido a Mauritania en el mejor aliado de Occidente y la Unión Europea en el Sahel, con especial interés en seguridad pero también en control migratorio.
A pesar de tener el doble de superficie que España pero tan solo unos 4,7 millones de habitantes, Mauritania cuenta con importantes recursos naturales como pescado, mineral de hierro y oro, sus principales exportaciones. En los próximos años está previsto que comience a exportar gas con el inicio de la explotación del yacimiento Gran Tortuga que comparte con Senegal y que avance en sus proyectos para la producción de hidrógeno verde. Pese a ello, el 57% de la población vive en condiciones de pobreza, sobre todo en las zonas rurales, según Unicef.