Europa observa con preocupación el auge de la ultraderecha en Francia tras los resultados electorales que pueden llevar a la extrema derecha al poder en la segunda economía más grande de la Unión Europea (UE). La llegada del Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen y su protegido Jordan Bardella, que aspira al cargo de primer ministro, representaría un seísmo en la UE. Francia, uno de los miembros fundadores y motores de la UE, podría embarcar a la Unión en territorio desconocido, amenazando el avance del proyecto europeo en un momento crítico para su supervivencia.
A pesar de que no todos los escenarios en Francia (67,9 millones de habitantes) son negativos para la agenda europea, ninguno es particularmente positivo. El Reagrupamiento Nacional ha obtenido alrededor de 10 millones de votos en la primera vuelta de las elecciones legislativas, acentuando la preocupación en Bruselas. Esto ha llevado al presidente Emmanuel Macron a apostar por convocar a los ciudadanos a las urnas en una decisión que ha supuesto un duro golpe para el centro y su partido.
Los resultados en Francia han destacado la creciente influencia de la ultraderecha y del euroescepticismo, una tendencia que tendrá un impacto en la política francesa en Bruselas independientemente de si el partido de Le Pen llega al gobierno o no. Mientras tanto, las incertidumbres solo aumentan en una Unión donde la ultraderecha ya forma o sostiene gobiernos en ocho países.
Este «terremoto» político francés llega en un momento crucial para el club comunitario, que debe abordar cambios sustanciales para lograr autonomía estratégica y una economía competitiva en un continente en guerra, particularmente con la tensión en Ucrania y la ofensiva de Israel en Gaza. Además, también se observa con inquietud el resultado de otras elecciones cruciales, especialmente las de EE. UU., que podrían marcar el regreso del populista republicano Donald Trump.
Una alta fuente comunitaria advierte que «Francia es esencial para tirar del carro europeo». La UE ha lidiado con socios díscolos, como Polonia y Hungría, y con un divorcio complicado, como la salida del Reino Unido de la UE en un traumático Brexit. Sin embargo, se plantea la pregunta: ¿qué sucederá si París comienza a bloquear todas las políticas europeas?
Una cohabitación de Macron con un gobierno del Reagrupamiento Nacional, que aboga por políticas de «Francia primero» y menos Bruselas, podría dar lugar a conflictos en las instituciones comunitarias. Incluso ahora, cuando todavía no se conoce el resultado de las elecciones del domingo, Le Pen insiste en que es competencia del gobierno nombrar al comisario francés, mientras que el Elíseo asegura que es suya, al igual que toda la política exterior.
Una victoria de la ultraderecha de Le Pen puede, por ejemplo, obstaculizar el apoyo de la UE a Ucrania. Sin embargo, un gran aumento del frente republicano de izquierdas también puede tener un impacto significativo. La izquierda ha llamado a un frente unido y el presidente Macron ha instado a votar «republicano» para formar de nuevo un dique contra la ultraderecha.
El Reagrupamiento Nacional ha estado en el punto de mira durante años por sus vínculos con el Kremlin, aunque se distanció de Rusia tras la invasión de Ucrania y ha tratado de que el tema no empañe su campaña. En las propuestas temáticas sobre Defensa del partido, aboga por una «alianza» con Rusia en «asuntos de fondo», como en temas de seguridad europeos.
Un gobierno del Reagrupamiento Nacional o un gobierno francés muy débil y afectado por el auge de la ultraderecha podría también impedir nuevos acuerdos comerciales, diluir y obstaculizar la agenda medioambiental y aparcar las perspectivas de la próxima gran ampliación del club comunitario hacia el Este. El Reagrupamiento Nacional no apoya la unión del mercado de capitales, y sin Francia, esa iniciativa tampoco tendría futuro.