El mundo de los automóviles ha experimentado una transformación significativa en las últimas décadas. A menudo, se dice nostalgia que ya no se hacen motores como los de antes, lo que sugiere una especie de declinación en la durabilidad y confiabilidad de los motores modernos en comparación con sus predecesores. En particular, este sentimiento parece ser bastante común entre los entusiastas de los motores diésel, quienes han visto cómo la llegada de la sobrealimentación y los modernos sistemas anticontaminación han alterado la naturaleza de estos motores, proporcionando beneficios en términos de rendimiento y de medio ambiente, pero también aumentando las necesidades de mantenimiento.
A pesar de estos cambios, todavía es posible encontrar motores diésel indestructibles en el mercado. Uno de esos motores es el motor 2.0 SDI de Volkswagen, que ha ganado una reputación como el último motor verdaderamente eterno de la marca alemana.
Los motores diésel sin sobrealimentación fueron una vez la norma en la industria automotriz. Sin embargo, esta era llegó a su fin hace más de 15 años, y aunque todavía se pueden encontrar miles de coches equipados con estos motores en nuestras carreteras, su desaparición es en gran parte el resultado de su rendimiento comparativamente bajo y su mayor consumo de combustible en comparación con sus contrapartes turboalimentadas. La llegada de los motores «TDI» selló el destino de los motores diésel de aspiración atmosférica.
Sin embargo, Volkswagen, uno de los principales defensores de los motores diésel en Europa, se resistió a abandonar completamente los motores diésel de aspiración atmosférica hasta el año 2007. Incluso con la popularidad de sus motores TDI equipados con bomba-inyector, Volkswagen continuó vendiendo sus versiones SDI. Estos motores eran versiones sin sobrealimentación de los TDI, con los que compartían bloque motor, sistema de inyección y sistemas anticontaminación.
Los motores 2.0 SDI son los más básicos y sencillos del Grupo Volkswagen, que a principios del siglo XXI invirtió grandes sumas de dinero en el desarrollo de la familia 2.0 TDI con tecnología de bomba-inyector. Estos motores son los últimos diésel verdaderamente eternos, pero curiosamente, el Grupo Volkswagen sólo los montó en las versiones más básicas de los Volkswagen Golf y en las Volkswagen Caddy.
Los motores 2.0 SDI desarrollaban un máximo de 75 CV a 4.200 rpm y un modesto par máximo de 140 Nm entre las 2.200 y las 2.400 rpm. Montados en un Volkswagen Golf, tenían prestaciones bajas, con un tiempo de aceleración de 0 a 100 km/h de 16,7 segundos y una velocidad punta de 163 km/h.
A pesar de su rendimiento relativamente bajo, los motores 2.0 SDI tienen una gran ventaja sobre sus contrapartes turboalimentadas. Al carecer de sobrealimentación, estos motores eliminan muchos de los problemas asociados con el cuidado y mantenimiento de los turbocompresores, lo que resulta en una mayor fiabilidad y durabilidad. De hecho, con un mantenimiento básico, estos motores pueden superar fácilmente los 500.000 km.
Gracias a su sistema de alimentación por bomba-inyector y a su filtro de partículas, estos motores Euro 4 cumplen con las normativas de emisiones y, por lo tanto, se benefician de la etiqueta B de la DGT.
Desafortunadamente, estos motores sólo se ofrecieron en versiones de acceso de los Volkswagen Golf y Caddy, y son poco abundantes en el mercado español de coches de segunda mano. Además, la mayoría de los coches equipados con estos motores han acumulado más de 300.000 km, lo que, aunque es un testimonio de su durabilidad, también puede ser un obstáculo para algunos compradores. Sin embargo, a pesar de su durabilidad y fiabilidad, los precios de un Volkswagen Golf 2.0 SDI en el mercado de coches usados rara vez bajan de los 3.000 euros.
Así que, si estás buscando un coche con un motor diésel verdaderamente eterno, vale la pena considerar un coche equipado con el 2.0 SDI de Volkswagen, el último motor eterno de Volkswagen.