Francia se encuentra en vísperas de una elección legislativa que podría cambiar la dirección política del país. La acumulación de hipérboles y la atmósfera de incertidumbre son signos claros de una convocatoria que nadie vio venir y que lleva a Francia a una terra incognita. El principal partido de la oposición, el Reagrupamiento Nacional (RN), podría formar un gobierno de cohabitación con el presidente Emmanuel Macron, lo que sería un hecho sin precedentes en la historia política de Francia. Pero incluso si no se llega a una situación de cohabitación, el estancamiento político resultante de la falta de mayorías claras podría cambiar profundamente el rostro político de Francia.
El presidente Macron justificó la disolución de la Asamblea Nacional como un paso necesario para «clarificar» la situación política después de la aplastante victoria del RN en las elecciones europeas del 9 de junio. Según Bernard Sananès, director del instituto demoscópico Elabe, el resultado de las elecciones legislativas y el futuro del país giran en torno a una pregunta clave: «¿Serán las ganas de cambio más fuertes que el miedo al cambio?»
La posibilidad de que un partido de extrema derecha llegue al gobierno por la vía democrática en la segunda vuelta de las elecciones, prevista para el 7 de julio, es tan alta que ha llevado a los partidos de la izquierda, hasta ahora profundamente divididos, a unirse. Esta coalición, conocida como el Nuevo Frente Popular (NFP), se presenta como un «dique de contención» contra el RN y su candidato, Jordan Bardella, para evitar que se convierta en el próximo primer ministro de Francia.
A pesar de los esfuerzos de la izquierda, las encuestas muestran que el NFP está a la zaga del RN y sus aliados, con una intención de voto del 29%, en comparación con el 35% del RN. Sin embargo, el NFP está muy por delante de la alianza de partidos macronistas, que rondan el 19,5%.
«En el país hay unas ganas de cambio muy fuertes que ha sabido captar, sobre todo, RN y, algo más recientemente, también un poco la izquierda», explica Sananès. «Por el momento, las ganas de cambio son más fuertes que el miedo al cambio». En este contexto, Sananès añade que la posibilidad de una «mayoría absoluta de RN no es imposible», aunque considera que el «escenario más probable» tras la segunda vuelta es el de una «mayoría relativa sólida» de la extrema derecha.
Bardella ha declarado que sólo gobernará si obtiene la mayoría absoluta, alegando que sólo así podrá aplicar su programa y no ser un mero «colaborador» de Macron. Pero los analistas coinciden en que la opinión pública no entendería que el partido de Marine Le Pen se negara a formar un gobierno si, por segunda vez en un mes, logra una victoria clara en las urnas y supera los 250 escaños, aunque no alcance los 289 de la mayoría absoluta.
El resultado de las elecciones podría conducir a un gobierno de cohabitación entre el centrista Macron y el ultraderechista Bardella. Aunque la cohabitación no es nueva en Francia, un gobierno compartido con un partido de extrema derecha en el poder sería una situación sin precedentes en la historia política de Francia.
Este escenario plantea muchas preguntas sobre la futura dirección política de Francia. ¿Sería posible un gobierno con las fuerzas intermedias aliadas? ¿Podría Macron resistir la presión para que dimita si los resultados de las elecciones le fueran desfavorables? ¿Y qué sucedería si ningún bloque logra una mayoría clara el 7 de julio?
La incertidumbre es la única certeza en esta elección. Lo que está claro es que Francia se encuentra en un terreno desconocido y que los resultados de esta elección podrían cambiar profundamente el rostro político del país.