El sistema de salud chileno se encuentra en una encrucijada. El 1 de septiembre, todas las aseguradoras de salud, conocidas como Isapres, deberán ajustar sus planes según la tabla única de factores, lo que ha generado una crisis que amenaza la viabilidad del sistema. La exsubsecretaria de Salud durante el segundo gobierno de Sebastián Piñera, Paula Daza, ha abordado esta problemática en una entrevista reciente, sugiriendo una serie de cambios radicales que podrían dar lugar a una transformación significativa del sistema.
La situación del sistema de Isapres ha sido un tema recurrente en la política chilena en los últimos años. Este sistema, que atiende a una parte significativa de la población, ha sido objeto de críticas debido a una serie de problemas. Entre ellos, el más evidente es el envejecimiento de la población, que conlleva un aumento de los costos de salud, y la falta de opciones para las personas que buscan cambiar de Isapre.
Daza, en su entrevista al Diario Financiero, propone una solución integral a estos problemas: “avanzar en un sistema de seguridad social en el sistema privado de salud”. Esta propuesta implica una serie de reformas, entre las que se incluyen el fin de las preexistencias y la creación de un fondo de compensación de riesgo. Este último permitiría a las personas cambiar de Isapre sin enfrentar penalizaciones financieras.
La exsubsecretaria de Salud también argumenta que es necesario “incentivar la prevención para disminuir los factores cardiovasculares, las enfermedades, la diabetes y que mejore el estilo de vida”. Este enfoque preventivo podría ser una forma efectiva de manejar los costos asociados con una población que envejece y que llega al sistema de salud “tremendamente enferma”.
Sin embargo, estos cambios no serán suficientes si las Isapres continúan operando como lo hacen hoy. Daza es enfática al afirmar que las Isapres “tienen que dejar de existir como existen hoy. Se tiene que terminar con la declaración de salud”, señalando que estas instituciones “no tienen sostenibilidad financiera en el mediano y largo plazo, porque no pueden seguir aplicando la tabla de factores”.
La urgencia de esta reforma se hace más evidente al considerar las consecuencias de no actuar. Si no se implementa una reforma antes del 1° de octubre, los planes de salud aumentarán de precio, lo que probablemente provocará que las personas más jóvenes abandonen las Isapres, dejando a las personas mayores y más enfermas en el sistema. Esto, a su vez, llevaría a un aumento aún mayor de los precios o incluso a la quiebra de las Isapres.
Los datos más recientes de la Superintendencia de Salud confirman esta tendencia preocupante. En mayo, hubo una baja de 17.246 afiliados a Isapres, el mayor retroceso mensual en lo que va de 2024. Esto ha llevado a que el número total de personas beneficiarias de Isapres sea de 2.634.821, su menor nivel desde agosto de 2007, hace casi 17 años.
Ante la pregunta de si el sistema de Isapres está destinado a desaparecer, Daza es tajante: “están destinadas a morir. Por eso yo digo que la reforma tiene que ir si o si a las Isapres”. Esta afirmación, aunque puede parecer alarmista, destaca la urgencia de la situación y la necesidad de una reforma profunda.
La crisis en el sistema de Isapres es un reflejo de los desafíos que enfrenta el sistema de salud chileno en su conjunto. Enfrentar estos desafíos requerirá una combinación de reformas estructurales, innovación en la prestación de servicios de salud y un enfoque renovado en la prevención. La propuesta de Daza ofrece un punto de partida para este esfuerzo.