Décimo aniversario del califato yihadista: la incertidumbre en Siria, principal riesgo para el resurgimiento del Estado Islámico | Internacional

EL PAÍS

El campo de Al Hol en el noreste de Siria, cerca de la frontera con Irak, alberga hoy a más de 45,000 personas, la mayoría mujeres y niños, vinculados al grupo terrorista Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), que hace una década denominó a su proyecto yihadista y de terror despiadado como califato.

En el corazón de este campo, casi 7,000 de sus habitantes son extranjeros. El 28 de marzo pasado, el actual portavoz del ISIS, Abu Hudhaifa al Ansari, difundió un mensaje de 41 minutos instando a sus seguidores a atacar, entre otros objetivos, el campamento de Al Hol para liberar a sus «prisioneros».

El ISIS está lejos de rendirse, y este limbo legal en Siria, con miles de personas atrapadas y olvidadas por sus países de origen, representa un peligro. «Una de las mayores amenazas que representa [el ISIS] es la capacidad de resurgir si la comunidad internacional no continúa enfrentándose al grupo«, señala Devorah Margolin, experta del centro de análisis The Washington Institute for Near East Policy.

El fanático veterano Abu Mohamed al Adnani anunció la creación del Estado Islámico y la proclamación del califato el 29 de junio de 2014. Durante casi cinco años, el ISIS estableció una dictadura integrista en un vasto territorio con alrededor de 10 millones de habitantes a ambos lados de la frontera sirio-iraquí, atrayendo a fieles de todo el mundo, secuestrando, extorsionando y asesinando a locales y extranjeros.

A pesar de la derrota del califato hace una década y cinco años después de su derrota en la batalla de Baguz, Washington todavía considera al ISIS como una amenaza en Siria e Irak. Ian J. McCary de la Oficina Antiterrorista del Departamento de Estado norteamericano, enfatizó en marzo que la repatriación de la población de los campos de Al Hol y Al Roj es esencial para reducir el riesgo de un resurgimiento del ISIS y la herramienta más importante para prevenirlo.

Según el último informe del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la amenaza del ISIS, el grupo mantiene en la región entre 3,000 y 5,000 combatientes organizados en células con el objetivo de desarrollar operaciones de baja intensidad para el reclutamiento de hombres y el aumento de la financiación a través de la extorsión. Fallas en la seguridad y disputas tribales han permitido al ISIS crecer en áreas del este de Siria.

El Centro de Información Rojava (RIC) mantiene al día las cifras de internos de estos campos. Según el último dato facilitado a EL PAÍS, Al Hol alberga a 45,488 personas, entre ellas, a 21,377 iraquíes, 17,199 sirios y 6,912 de otras nacionalidades, muchos de ellos de origen europeo.

La amenaza de ISIS es persistente, afirma Margolin, «el ISIS está esperando el momento oportuno para aprovechar las áreas no gobernadas».

Francia es un buen ejemplo del desinterés creciente hacia los restos dejados por el califato. Cerca de 1,500 franceses viajaron para unirse a las filas del ISIS. Según la información facilitada por el Colectivo de Familias Unidas, que lucha desde hace años por el regreso de los franceses bajo custodia de las autoridades kurdas, la última repatriación organizada por el Elíseo tuvo lugar en julio de 2023.

Pero la amenaza bajo el sello del ISIS no se limita a Oriente Próximo. En el audio difundido de marzo, el portavoz yihadista Al Ansari hacía un llamamiento a que sus fieles emigraran a cualquiera de las ramas del grupo que se extienden por el mundo. Esta novedad refuerza la idea de que la organización confía ahora en el crecimiento de sus bases regionales en Asia y en África.

Aproximadamente el 60% de la propaganda del ISIS proviene del África subsahariana, particularmente de Nigeria, la República Democrática del Congo y Mozambique. McCary también alertó sobre la amenaza creciente del grupo terrorista afgano afiliado a los yihadistas (ISIS Khorasan o ISIS-K), responsable de la muerte de más de 80 personas en enero en Kermán (Irán) y más de 140 en Moscú, la capital rusa, en marzo.

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