Las elecciones presidenciales de Irán se celebran hoy con una participación cuestionable y una competencia de tres bandas. Más de 60 millones de iraníes están llamados a las urnas para elegir a un nuevo presidente que reemplace a Ebrahim Raisi, quien falleció el mes pasado en un accidente aéreo.
La campaña electoral se desarrolló de manera apresurada, con la admisión de solo seis candidatos de entre más de ochenta solicitudes por parte de un comité de clérigos y jueces. La contienda final se debate entre cuatro candidatos, dos de los cuales, políticos conservadores, retiraron su candidatura en el último momento en un intento de unir fuerzas en torno a una sola propuesta.
La competencia actual es a tres bandas, con dos partidarios de línea dura favoritos en las encuestas y un aspirante reformista que podría concentrar el voto protesta y sorprender en el recuento. Los dos candidatos conservadores, Mohammad Bagher Qalibaf y Saeed Jalili, tienen estrechos vínculos con el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, y han ocupado cargos importantes en la Guardia Revolucionaria, la influyente rama de las fuerzas armadas. Su contrincante reformista, Masoud Pezeshkian, es un cirujano y ex ministro de Sanidad, que cuenta con el apoyo de figuras clave del gobierno del expresidente Hasan Rohan y que apuesta por romper con el aislamiento diplomático y económico del país.
Sin embargo, más que conocer quién sucederá a Ebrahim Raisi, la gran incógnita de estas elecciones es la participación. Las llamadas al boicot electoral y las campañas para animar a la ciudadanía a acudir a las urnas han ocupado tantos minutos y titulares como los debates electorales. Los analistas apuntan que la alta participación ha sido siempre un motivo de orgullo para las autoridades iraníes, que han validado el régimen actual a través de su apoyo en el voto.
La disminución de la participación a niveles históricos, con el 48% en las últimas elecciones presidenciales de 2021 y del 41% en las legislativas de hace cuatro meses, revela un cambio de tendencia. El desafecto electoral se achaca a las pocas esperanzas de mejoras económicas tras la elección de un candidato u otro, que en los últimos años no han conseguido relanzar la economía, afectada por las sanciones y una alta inflación, y a las llamadas al boicot de sectores reformistas, disidentes y activistas feministas.
Al régimen le preocupa la baja participación y prohibió durante la campaña electoral hacer llamamientos al boicot desde los medios de comunicación. Sin embargo, miles de ciudadanos y activistas han pedido el boicot electoral con mensajes en redes sociales con la etiqueta «el circo electoral». Varias encuestas revelaron que más de la mitad de la población no estaba siguiendo la campaña y que incluso cerca del 10% desconocía que había elecciones esta semana.
Ante los datos que revelan el desapego político, el jefe de la división de delitos cibernéticos anunció hoy que cuatro personas han sido llamadas a declarar por publicar «encuestas falsas». «Estas encuestas no tenían fuentes claras ni población estadística. Habían cambiado el voto de los candidatos a favor de su propio candidato preferido», aseguró el jefe de la unidad cibernética, Moazami Goudarzi.
Los comicios se producen además, tras las multitudinarias protestas antigobierno que estallaron tras la muerte de una joven en custodia policial. La tranquilidad con la que se desarrolla la cita electoral en el país contrasta con las protestas antigobierno que se han producido frente a las embajadas de Irán en el extranjero. Una de las más multitudinarias, en Australia, donde los colegios electorales abrieron antes que en Irán, pedía un cambio de régimen.
En cuanto abrieron los colegios electorales hoy a las 08:00 de la mañana hora local, el ayatolá Jamenei hizo su último llamamiento para acudir a las urnas. «La durabilidad, la fuerza, el honor y la reputación de la República Islámica en el mundo dependen de la participación del pueblo. Para demostrar la verdad y la sinceridad de la República Islámica, la presencia del pueblo es necesaria y obligatoria», señaló en una intervención televisada. Medios de comunicación locales mostraron un goteo constante de ciudadanos acudiendo a los colegios electorales desde primera hora de la mañana, principalmente partidarios del régimen que enarbolaban banderas y fotos del ayatolá o de su candidato favorito.