Histórico debate: dos presidentes aspiraban a un ‘knockout’, pero solo presentaron un espectáculo lamentable | Elecciones USA

EL PAÍS

El primer debate presidencial entre Joe Biden y Donald Trump dejó a los espectadores frustrados y decepcionados. Los que anticipaban una batalla de peso pesado entre dos titanes políticos, en cambio, se encontraron con un narcisista patológico (Trump) disparando una serie constante de mentiras y un político veterano en el ocaso de su carrera (Biden). En lugar de un debate digno de la llamada «oficina más poderosa del mundo», los espectadores fueron testigos de una disputa a ratos infantil entre un anciano balbuciente y un delincuente convicto, incapaz de asumir la mínima responsabilidad por delitos que incluyen ataques a mujeres, diversas estafas y un intento de golpe de Estado.

Desde el principio, el espectáculo fue penoso. En menos de 15 minutos, un Biden con voz casi inaudible y quebrada se congeló, perdiendo el hilo de su discurso al hablar del programa de seguro complementario (Medicare). Este fue un momento incómodo de presenciar y presagia un futuro tortuoso para su candidatura. Esta situación podría incluso precipitar su abrupto fin político si los demócratas consideran que lo más responsable es pedirle que se retire.

Trump, por otro lado, salió al ruedo proclamando una mentira tras otra. La primera de ellas es que Estados Unidos está inundado de delincuentes y enfermos mentales por las políticas migratorias de Biden. Este es el mismo Trump de siempre: un showman desbordante de ego y clichés, sin sustancia y sin la capacidad de ir más allá de sus exageraciones incendiarias y vagas promesas de grandeza para proponer soluciones coherentes y adecuadas a los problemas complejos de Estados Unidos.

En el escenario opuesto, Biden tropezó en casi todas sus respuestas, equivocándose al pronunciar cifras astronómicas que iban de los millones a los billones y trillones y de vuelta, confundiendo a cualquiera que lo escuchaba. Sin embargo, uno de los problemas más serios no eran los candidatos, sino la ausencia de una verificación instantánea que permitiera a los moderadores señalar las múltiples mentiras que Trump estaba difundiendo.

Antes del receso a mitad del debate, las redes sociales estaban llenas de memes y mensajes evaluando las primeras impresiones. Ya se sabía que Biden había empezado con el pie izquierdo. El debate continuó en un declive constante en el contexto de nuevas reglas que sin duda perjudicaron más al presidente que a su enemigo acérrimo.

A pesar de que los moderadores de CNN, Jake Tapper y Dana Bash, siguieron una agenda que abarcaba desde la situación económica y el aborto hasta las guerras en Ucrania y Gaza; del retiro de tropas de Afganistán hasta el intento de golpe de estado de Trump y los MAGA el 6 de enero de 2021, fueron 90 minutos de un intercambio sin brillo.

Biden intentó mantener un discurso basado en hechos y datos para resaltar sus logros y éxitos. Aunque tuvo momentos de lucidez y picos de energía, e incluso llegó a llamar directamente a Trump mentiroso y criminal convicto, su actuación fue tan desarticulada y desangelada que sus golpes hicieron poco o ningún daño a su rival.

Trump, por su parte, dejó claro que su gran ventaja en la contienda era su total falta de escrúpulos. Cuando se le preguntó sobre la guerra en Ucrania, su mejor respuesta fue: «Putin nunca hubiera invadido Ucrania si yo hubiera sido el presidente».

El punto más bajo del debate se produjo cuando los contrincantes comenzaron a comparar su habilidad como jugadores de golf. En este punto, parecían más dos niños de escuela peleando por demostrar quién tiene un mejor hándicap que dos candidatos a la presidencia.

Antes de terminar, ya era evidente que Biden había perdido en términos de performance, independientemente de que sus respuestas tuvieran más contenido. A las 10:27 minutos, el columnista del Times, Nick Kristof, había enviado un mensaje en las redes sociales pidiendo a Biden que reflexionara y abandonara la carrera presidencial. Otro comentarista respetado, Ian Bremmer, concluyó que el debate era simplemente una gran derrota para Biden.

Las reacciones de los votantes frustrados con la oferta de candidatos fueron también duras y tajantes, pero quizás más equilibradas. NBC entrevistó a un panel de electores en Phoenix, Arizona. Uno de los miembros, una mujer de mediana edad, se quejó de que los dos candidatos parecían más niños de primer grado que futuros presidentes.

En la sede del debate en Atlanta, el equipo de Trump lo declaró ganador. En CNN, Chris Wallace, uno de los decanos del periodismo televisivo, comentó que la actuación de Biden era «un accidente de coche en cámara lenta». Esa es la conclusión más evidente del debate: Biden ha sido superado por la edad y no está en forma para la enorme demanda de vigor físico y mental que exige dirigir la nación más poderosa del planeta.

Sin embargo, es necesario sacar otra conclusión: el debate fue una cruda muestra de la ineptitud de ambos candidatos. Es incorrecto creer que el declive de Biden hace más apto o mejor a Trump. El ex presidente felon es la mayor amenaza existente hoy para la democracia estadounidense y, por extensión, la democracia en el mundo. Ante lo que está por venir, el partido demócrata debe actuar de manera responsable y encontrar de inmediato al mejor sustituto entre una generación de talentosos políticos.

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