El pasado debate presidencial fue un evento de hora y cuarenta minutos de intensa discusión, donde se llevaron a cabo 15 distintos bloques temáticos, cada uno con su propia importancia y relevancia política. Los dos candidatos, el actual presidente de los Estados Unidos, y su contrincante, se enfrentaron en una batalla verbal de ideas y propuestas.
El primer bloque del debate se centró en temas de vital importancia para la población estadounidense. Cuestiones como la economía, la cual, según encuestas, determinará el voto del 90% de los ciudadanos que acudan a las urnas, la deuda nacional, la controversial cuestión del aborto (recordando el fallo del Supremo que derrocó Roe v. Wade hace dos años), inmigración, política exterior, Israel, la democracia (especialmente centrada en los sucesos del asalto del 6 de enero de 2021), y los presuntos delitos de ambos candidatos, fueron algunos de los temas tratados.
En el segundo bloque, la discusión se sumergió en asuntos que afectan particularmente a la población afroamericana, el crucial tema del cambio climático, la seguridad social y pensiones, la atención a la infancia, el preocupante problema de las adicciones y opiáceos, el tema de la edad de ambos candidatos y la persistente cuestión de la violencia policial.
Después de una segunda pausa, los candidatos realizaron sus alegatos finales en un par de minutos cada uno. No fueron seguidos de preguntas, ni de respuestas, sino de un silencio que casi se podía sentir a través de las pantallas de televisión. Los presentadores despidieron el debate y, en una escena que capturó la atención de todos, se pudo ver a Biden y Trump sobre sus atriles, en silencio, sin mirarse.
El contraste entre ambos candidatos fue notorio. Mientras que Trump salió rápidamente del plató, el Presidente de EE.UU. fue ayudado por su esposa, Jill Biden, a bajar el escalón del estrado. Ambos se acercaron a saludar a Jake Tapper y Dana Bash, los periodistas de CNN que moderaron el evento televisado. Esta última imagen fue, posiblemente, una de las más impactantes de la noche, una que pone de manifiesto la tensión y el contraste entre los dos candidatos.
Este debate ha dejado claro que, más allá de las palabras y las propuestas, lo que está en juego en estas elecciones es el futuro de una nación y su gente. Los temas tratados son cruciales para la vida de los ciudadanos estadounidenses y, sin duda, su resultado impactará en el rumbo que tomará el país en los próximos años.
