Bnei Brak, la capital ultraortodoxa de Israel, desobedece la orden de servir en el ejército afirmando: «Somos soldados de la Torá» | Internacional

EL PAÍS

La reciente orden del Tribunal Supremo de Israel que pone fin a la exención de los ultraortodoxos del servicio militar no ha provocado ninguna inquietud entre los habitantes de Bnei Brak, considerada la capital de los ultraortodoxos de Israel. Esta ciudad de aproximadamente 185.000 habitantes, la mayoría de ellos ultraortodoxos o jaredíes, ha dejado claro que sus residentes no tienen intención de cambiar sus tradicionales atuendos religiosos por el uniforme militar, a pesar del conflicto bélico que actualmente sacude al país.

Las calles de Bnei Brak están llenas de hombres vestidos con pantalones negros, camisas blancas de manga larga, los flecos blancos o tzitzit colgando de la cintura, la kipá en la coronilla y, a pesar del calor, el abrigo largo y el sombrero, también negros. Daniel, un comerciante de 63 años que vende prendas tradicionales judías y objetos religiosos, describe a estos residentes como «soldados de la Torá».

En una de las aulas de la yeshiva Slabodka, una de las muchas escuelas para el estudio de la Torá en Bnei Brak, cientos de hombres de diversas edades se balancean de forma repetitiva hacia adelante y hacia atrás mientras leen textos religiosos. Yehiel Nadel, un estudiante de 20 años, dice que no siente ninguna obligación especial de servir en el ejército y expresa sus dudas sobre la compatibilidad entre ser militar y ser jaredí.

Nadel sostiene que los ultraortodoxos desempeñan un papel crucial en la «batalla espiritual» de Israel. «Claro que tenemos que tener un ejército, pero también tenemos que abordar la raíz espiritual de las cosas. Y mi rol está en el nivel espiritual, eso que ha protegido al pueblo judío durante miles de años, cuando no teníamos ejército», explica.

No todos están de acuerdo con esta postura. Phineas Cohen, otro estudiante de la yeshiva Slabodka, critica la decisión del Tribunal Supremo, argumentando que ha ahondado la división en la sociedad israelí. Sin embargo, anticipa que habrá muchas protestas y huelgas si el ejército intenta reclutar a los ultraortodoxos por la fuerza.

La ciudad de Bnei Brak, situada en el cinturón metropolitano de Tel Aviv, tiene la mayor densidad de población de Israel y también sufre un alto índice de pobreza y la mayor tasa de desempleo. Avi Kosman, un rabino que llegó a Israel desde Estados Unidos hace cuatro décadas, afirma que la atracción de la ciudad radica en su espiritualidad y en el hecho de que ha formado a muchos de los rabinos más influyentes de Israel.

Kosman sostiene que los estudiantes de la yeshiva no se unirán al ejército y admite que comprende la frustración de muchos militares y sus familias que ven injusto que los jaredíes no hagan el servicio militar. Sin embargo, considera que el plan para integrar a los ultraortodoxos en las Fuerzas Armadas no es realista.

A pesar del conflicto que sacude al país, en Bnei Brak la vida sigue su curso y no hay presencia militar. Los «soldados de la Torá», como los describe Daniel, son quienes imponen su ley en la ciudad.

En el último año, unos 1.800 ultraortodoxos se han incorporado al ejército de forma voluntaria. Sin embargo, tras el anuncio del Tribunal Supremo, se espera que esta cifra aumente a 3.000 el próximo año. Aunque es poco probable que las autoridades obliguen a los jaredíes a combatir, esta decisión es vista como un intento de acabar con un privilegio que ha existido durante los 76 años de existencia del Estado de Israel.

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