Julian Assange: Considérense advertidos | Internacional

EL PAÍS

El lunes pasado, Julian Assange, fundador de Wikileaks, salió en libertad tras llegar a un acuerdo con los fiscales de los Estados Unidos. Su liberación, sin embargo, es agridulce. Por un lado, es una victoria personal para Assange, su familia y sus partidarios. Pero por otro, es un recordatorio amargo de los 11 años que ha pasado en reclusión, luchando contra su extradición a Estados Unidos, y del impacto que su caso ha tenido en el periodismo de investigación y la libertad de prensa.

Assange fue transportado a Bangkok, y de ahí a las Islas Marianas del Norte, un territorio estadounidense en el Pacífico, donde se espera que una jueza estadounidense ratifique su acuerdo con los fiscales. A partir de ahí, se espera que vuelva a su Australia natal.

El fundador de Wikileaks ha aceptado un solo cargo: haber violado una ley de principios del siglo pasado, el Espionage Act. A cambio, se le ha condenado a cinco años de cárcel, aunque es probable que, dada la duración de su encarcelamiento previo, quede en libertad una vez que se ratifique el acuerdo.

La extradición a Estados Unidos habría significado un juicio que podría haber resultado en una condena de 175 años de cárcel para Assange. Pasó cinco años en la Embajada de Ecuador en Londres y el resto en una prisión de alta seguridad en el Reino Unido, luchando contra la extradición. La acusación de los fiscales estadounidenses incluía 17 cargos criminales bajo la Ley de Espionaje, una ley aprobada en 1917 para proteger a Estados Unidos de actividades contra la seguridad del Estado.

El riesgo que Assange corrió fue el de pasar el resto de su vida en la cárcel por haber hecho públicos documentos secretos del gobierno de Estados Unidos a cinco periódicos: The New York Times, The Guardian, Der Spiegel, Le Monde y EL PAÍS. Estos documentos incluían 250.000 cables diplomáticos que desataron una crisis diplomática mundial.

Wikileaks también publicó un vídeo de 40 minutos llamado Asesinato Colateral (Collateral Murder) que mostraba un ataque en Bagdad en 2007. En el ataque, dos helicópteros Apache del ejército estadounidense dispararon a un grupo de 12 iraquíes desarmados, dos de los cuales eran colaboradores de la agencia de noticias Reuters.

Assange es una figura controvertida. A pesar de su papel en la difusión de noticias importantes, muchos periodistas no lo consideran un colega. Ha sido acusado de abusos sexuales en Suecia y de estar al servicio de Vladímir Putin o Donald Trump. A pesar de todo, el trato que ha recibido de los Estados Unidos es una advertencia para los periodistas de investigación y los defensores de la libertad de prensa.

La liberación de Assange es un recordatorio de la importancia de la libertad de prensa y de la protección de los periodistas. Su caso es una advertencia para los futuros filtradores, periodistas y ciudadanos de todo el mundo. A pesar de las dificultades y los riesgos, es crucial continuar luchando por la transparencia y la rendición de cuentas.

El futuro de la libertad de prensa y la protección de los periodistas no parece prometedor. El caso de Assange puede ser intimidante para los periodistas de investigación y puede restringir la investigación basada en documentación clasificada. Sin embargo, es esencial no dejar que el miedo nos impida buscar la verdad y defender la justicia.

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