El miércoles por la noche, Julian Assange, el fundador de WikiLeaks, abandonó su encarcelamiento de 12 años en Londres para regresar a Australia, su país natal. Este movimiento pone fin a una campaña ciudadana de larga duración que ha luchado incansablemente por su liberación y ha provocado un debate político que ha llevado al Gobierno laborista a recibir la noticia con cautela.
Nacido en 1971 en Townsville, una pequeña ciudad costera en el noreste de Australia, Assange creció en una docena de ciudades mientras seguía a la compañía de teatro itinerante de su madre. En su adolescencia, se convirtió en un hacker que desafió a las autoridades locales. A partir de 2010, protagonizó discusiones globales sobre la libertad de información después de revelar millones de documentos clasificados que revelaron crímenes de guerra y lo colocaron en la mira de los Estados Unidos.
“Independientemente de las opiniones que la gente tenga sobre las actividades del señor Assange, el caso se ha prolongado demasiado”, dijo el primer ministro Anthony Albanese en referencia al caso de Assange. Albanese, líder del Gobierno laborista que asumió el poder a mediados de 2022, cambió casi una década de pasividad oficial de los Gobiernos conservadores anteriores sobre el caso Assange.
El primer ministro llegó al poder meses después de que Australia firmara un acuerdo de defensa estratégica en el Pacífico que intensificó su relación con los Estados Unidos e Inglaterra. En julio del año pasado, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, afirmó que el caso de Assange había sido parte de la discusión de ese momento.
En febrero de este año, el Parlamento australiano aprobó una moción con 86 votos de los 151 posibles en la Cámara de Representantes para llamar a Estados Unidos y Gran Bretaña a «cerrar el asunto» y permitir a Assange «retornar a su casa y a su familia en Australia».
La respuesta del presidente estadounidense Joe Biden llegó en abril, cuando un reportero le preguntó qué respondía a la solicitud australiano y el presidente estadounidense, al pasar y sin mirarlo, encendió cierto optimismo con tres palabras: “Lo estamos considerando”.
Assange fue liberado a mediodía del miércoles en Australia, tras declararse culpable de espionaje ante un tribunal estadounidense en Saipán, capital de las Islas Marianas del Norte. Después de que una jueza considerara su sentencia cumplida por los cinco años que pasó en una prisión de máxima seguridad en Londres, la jueza Ramona Manglona le permitió salir de la sala como un hombre libre.
En Canberra, capital administrativa de Australia, el Gobierno lo espera con una recepción que todavía genera expectativas debido al tono sobrio con el que se recibió la noticia de su liberación desde Londres. También lo esperan su esposa y abogada, Stella, y los dos hijos pequeños que tuvieron mientras el editor de WikiLeaks estaba en cautiverio.
“Espero que su vida sea un poco más tranquila y pase un año o algo más aprendiendo a caminar de nuevo por la playa, a sentir la arena en sus pies, a jugar con sus hijos con paciencia…”, dijo esta mañana su padre, John Shipton, mientras el avión que llevaba a su hijo aterrizaba en las Islas Marianas. “Le deseo una vida ordinaria”.