El martes se decidió el reparto de los altos cargos de la Unión Europea (UE) para la próxima legislatura comunitaria. Los negociadores de los partidos populares, liberales y socialdemócratas tomaron esta decisión sin la participación de la ultraderechista Giorgia Meloni ni representantes de la familia política europea a la que pertenece.
La terna de posiciones, que deberá ser aprobada por mayoría en el Consejo Europeo (los jefes de estado y de gobierno de los Veintisiete), quedó como se esperaba. La conservadora alemana, Ursula von der Leyen, se mantendrá al frente de la Comisión Europea; el ex primer ministro socialista portugués, António Costa, será el encargado de encabezar el Consejo Europeo; y la primera ministra estonia, Kaja Kallas, liberal, actuará como alta representante para Política Exterior y Seguridad.
En este proceso, es notable que el Partido Popular Europeo ha renunciado a su deseo de ocupar el Consejo durante media legislatura, lo que habría quitado a Costa la posibilidad de reelección habitual tras dos años y medio en el cargo.
Los negociadores de este acuerdo han sido el canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente español, Pedro Sánchez, por los socialdemócratas; el griego Kyriakos Mitsotakis y el polaco Donald Tusk por los populares; y el francés Emmanuel Macron y el holandés Mark Rutte, por los liberales.
El acuerdo se dio tras una reunión por videoconferencia y varios días de conversaciones. En el encuentro del pasado lunes no se logró llegar a un acuerdo de respaldo político debido a que el Partido Popular Europeo exigía la mitad del mandato del Consejo (en lugar de dejar los cinco años a Costa) y también por las quejas de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y otros mandatarios, que se sintieron ignorados en las conversaciones.
La familia política europea de la italiana Meloni, los Reformistas y Conservadores Europeos (ECR), que se ha convertido en la tercera en peso en el Parlamento Europeo tras el desplome de los liberales, quería formar parte de las negociaciones. Meloni, durante la cumbre del pasado lunes, criticó un acuerdo que describió como «precocinado». Ahora, reclama una vicepresidencia ejecutiva para la Comisión y se centra en mantener negociaciones bilaterales con Von der Leyen.
Si no hay ningún obstáculo en el camino, los nombramientos de los altos cargos se podrán aprobar por mayoría en el Consejo Europeo que se celebra este jueves y viernes en Bruselas. Sin embargo, la prueba de fuego para Von der Leyen será en el Parlamento Europeo en julio, donde la alemana necesita 361 votos de 720. Su tradicional coalición, junto a liberales y socialistas suma 399, muy justa para garantizar la aprobación. Ahora, deberá decidir si gira aún más hacia la derecha y se alía con Meloni para tener los votos de los ultras o se alía con Los Verdes para garantizarse la continuidad al frente del Ejecutivo comunitario.