El reciente acuerdo de «asistencia mutua en caso de agresión externa» firmado entre el presidente ruso, Vladímir Putin, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, ha generado alarma en el escenario geopolítico global, especialmente en Washington. Este pacto consolida una alianza cada vez más fuerte entre Rusia y sus vecinos autoritarios en Asia, Corea del Norte y China, un fenómeno que ha suscitado la preocupación de Estados Unidos y sus aliados en Europa y Asia durante algún tiempo.
La OTAN prevé que el apoyo de Pekín y Pyongyang al esfuerzo bélico de Moscú en Ucrania sea uno de los temas principales en la próxima cumbre en Washington. Según Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, «nuestra seguridad no es regional, es global. Lo que ocurre en Europa importa a Asia, y viceversa. Y eso se demuestra claramente en Ucrania, donde Irán, Corea del Norte, China sostienen y alimentan la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania».
A medida que Rusia intensifica su presencia militar en Ucrania, Pyongyang y Pekín han desempeñado un papel crucial en el suministro de armamento a Moscú. Corea del Norte ha suministrado municiones y artillería, mientras que China ha aumentado sus exportaciones de productos de uso dual, que pueden ser utilizados tanto para fines civiles como militares.
El Departamento de Estado en Washington ha denunciado que Corea del Norte ha transferido ilegalmente decenas de misiles balísticos y más de 11.000 contenedores llenos de munición para contribuir al esfuerzo de guerra ruso. La asistencia de Corea del Norte a Rusia no solo se traduce en un aumento de las capacidades militares de Moscú, sino que también plantea interrogantes sobre lo que el régimen de Kim Jong-un podría estar recibiendo a cambio.
Otra preocupación de Washington es el papel que juega China en la ecuación. Aunque Pekín se ha presentado a sí misma como un país neutral desde el inicio de la guerra, ha estado suministrando a Moscú material de uso dual de «alta prioridad». Según Nathaniel Sher, del think tank Carnegie Endowment, «la dependencia rusa de China para productos de gran prioridad explotó del 32% en 2021 al 89% en 2023».
Además de suministrar componentes microelectrónicos y herramientas para maquinaria, las empresas chinas también proporcionan a Moscú tecnología de drones y misiles de crucero, componentes ópticos y nitrocelulosa, que se utiliza para fabricar propulsores para armamento. Según un informe del think tank CSIS, con estos materiales, Rusia ha podido producir drones del tipo FPV, que son muy manejables y rápidos, y que pueden transportar una serie de armas y municiones a su objetivo a 160 kilómetros por hora.
Estados Unidos ha expresado su preocupación y ha impuesto sanciones a empresas chinas por su colaboración con el esfuerzo de guerra ruso. Durante una reciente visita a Washington, Jens Stoltenberg también instó a Pekín a enfrentar las «consecuencias» por su comportamiento.
En una época de creciente tensión geopolítica, el papel de China y Corea del Norte en el apoyo a Rusia ha subrayado la interconexión entre la seguridad en Europa y Asia. Y mientras que las implicaciones de este apoyo aún están por verse, está claro que estos desarrollos son motivo de preocupación para Estados Unidos y sus aliados.