El auge de la industria automotriz china es un fenómeno que está transformando el panorama mundial de la producción de automóviles. Uno de los factores clave de este crecimiento es la expansión global de los principales grupos chinos de la industria automotriz, especialmente en el sector de los vehículos de nuevas energías (NEV), que incluye los vehículos eléctricos y los híbridos enchufables. Este despliegue de fuerza no se debe solo a la capacidad de producción de estas empresas, sino también a la fuerte ayuda financiera de su gobierno, que entre 2009 y 2023 ha proporcionado un apoyo financiero de 230,8 mil millones de dólares, equivalentes a unos 214,65 mil millones de euros.
El Centro de Estrategia y Estudios Internacionales (CSIS) de Estados Unidos ha revelado esta impresionante cifra, que supera con creces a la inversión de otros países en el sector de los vehículos de energías limpias. Para ponerlo en contexto, en Estados Unidos se desgrava solamente hasta mil millones de dólares en vehículos de energías limpias. Esta diferencia de inversiones se produce en un contexto de tensiones entre Estados Unidos, China y Europa por la cuestión de los aranceles a productos chinos, especialmente los coches eléctricos.
La financiación gubernamental china no solo toma la forma de desgravaciones fiscales para estas empresas, sino también de financiación para las infraestructuras necesarias para la producción de coches eléctricos. Además, los resultados de los programas de investigación y desarrollo de las marcas son adquiridos por el propio gobierno chino. Otras formas de ayuda incluyen incentivos locales, cesión de terrenos, descuentos de electricidad y subsidios para proveedores.
El gran incremento de esta ayuda gubernamental se produjo a partir de 2018, según el CSIS. Aunque entre 2009 y 2017 la inversión fue de dos mil millones de dólares, en 2018 esta cifra ascendió a 3,6 mil millones y en 2023 alcanzó los 4,3 mil millones. CATL, el gigante fabricante de baterías, recibió unos 809,2 millones de dólares en subsidios en 2023, casi el doble que en 2022 y unas diez veces más que en 2018.
Hubo un punto de inflexión en 2017. En el período de 2009 a 2017, la inversión del gobierno fue de 6,74 mil millones de dólares, pero entre 2018 y 2020 esa cifra se triplicó, acercándose a los 20 mil millones. En 2021, tras la pandemia de covid-19, se produjo otro notable aumento de la inversión en propulsión eléctrica.
Estos subsidios han resultado en una gran competencia en el mercado chino. La aparición de muchas marcas ha llevado a una guerra de precios tan competitivos que a menudo se quedan sin margen de beneficio. Se estima que hay más de 200 fabricantes de coches eléctricos en China, pero solo unos pocos son verdaderamente rentables, siendo BYD la referencia.
La dependencia de estas empresas de los subsidios del gobierno chino ha sido uno de los argumentos utilizados en Bruselas para establecer aranceles provisionales a los productos chinos. Las marcas que han colaborado con el gobierno, como BYD, recibirían ‘sólo’ un arancel del 17% mientras que otras, como SAIC (MG), recibiría un 38%. Sin embargo, las negociaciones sobre esta situación continúan y la decisión final se espera para el 4 de julio.
Está claro que el apoyo gubernamental está jugando un papel crucial en la expansión de la industria de vehículos eléctricos en China. Sin embargo, también está claro que esta política de subsidios está causando tensiones internacionales y plantea importantes cuestiones sobre la equidad y la sostenibilidad de estas prácticas. Mientras tanto, los fabricantes de automóviles chinos siguen avanzando en su objetivo de dominar el mercado de los vehículos eléctricos.