La política europea está preparada para recibir a nuevos rostros tras las recientes elecciones al Parlamento Europeo. En Países Bajos, una figura particularmente intrigante surge con una doble identidad española y neerlandesa. Raquel García Hermida —que añadió el apellido de van der Walle de su marido tras casarse—, de 41 años, ha ganado un escaño que representará a los liberales de izquierda de su país.
Hermida se ha expresado con firmeza sobre uno de los desafíos más acuciantes de esta legislatura: la relación de las fuerzas políticas tradicionales con la extrema derecha. Desde su punto de vista, una alianza con estas opciones políticas «no ayuda a nadie, excepto a la extrema derecha».
Hermida, una madrileña, se trasladó a Países Bajos por amor y se unió al partido político D66 en 2018. El D66 es conocido por su agenda europeísta, su oposición a los populismos y su lucha contra el cambio climático. Hermida se considera a sí misma una eurodiputada honrada, afirmando estar allí «en nombre de millones de ciudadanos europeos».
Además de su rol político, Hermida ha estado comprometida con el trabajo social a través de varias ONG y ha dirigido una biblioteca pública municipal en la provincia neerlandesa de Frisia, donde vive. Ella también colabora en la cantina del equipo de fútbol aficionado V.V. Gorredijk.
Las recientes elecciones europeas en Países Bajos se vieron opacadas por las intensas negociaciones para formar un nuevo gobierno, encabezado por el Partido de la Libertad (PVV) del líder ultra Geert Wilders. Los candidatos neerlandeses tuvieron que esforzarse para convencer a los ciudadanos de la importancia de su voto para la toma de decisiones en la UE, que afecta a una población de casi 450 millones de habitantes. Hermida defiende que «Bruselas somos todos. No es una entidad lejana donde se cuecen cosas al margen de la gente».
En las elecciones, la alianza entre socialdemócratas y ecologistas (GroenLinks-PvdA) ganó con ocho europarlamentarios. La formación de Wilders quedó en segunda posición, aumentando de uno a seis representantes. Hermida reflexiona sobre esta situación y sostiene que «los partidos conservadores y de centro están viendo que trabajar con la extrema derecha no ayuda a nadie, excepto a la extrema derecha».
Hermida intenta mantener una perspectiva no alarmista. Aunque reconoce que existe un creciente mensaje antieuropeísta, también destaca el caso de Polonia, donde «una coalición moderada bajo un político conservador como Donad Tusk ha conseguido revivir lo que quedaba en pie de democracia y Estado de derecho». Hermida aboga por «tener confianza en las instituciones», pero insiste en que «si quieres unos Países Bajos fuertes, necesitas una Europa fuerte».
Hermida también se muestra preocupada por las próximas elecciones generales francesas, ya que un Parlamento liderado por Marine Le Pen «sería catastrófico para las fuerzas progresistas europeas». En este sentido, argumenta que los partidos liberales y socialdemócratas «tienen la responsabilidad de decir que sí o que no a cierto tipo de pactos». Es crucial, dice, saber hacia dónde se inclinará Ursula von der Leyen, la actual presidenta de la Comisión Europea.
Hermida también reflexiona sobre los desafíos estructurales de la UE, mencionando que la toma de decisiones en la UE «ya no es apta para abordar cierto tipo de crisis». La eurodiputada espera dedicarse a las reformas institucionales, que afectan a cómo la UE funcionará cuando llegue a tener 36 países miembros.
En cuanto a la política española, Hermida se mostró reacia a entrar en detalles, pero señaló que los partidos liberales y de centro conservador «no deberían entrar en coaliciones, tampoco en el ámbito regional, con la extrema derecha». Al mismo tiempo, reconoce que su partido tiene que «mejorar la comunicación con el electorado porque no hemos sabido hacerle llegar el mensaje antipopulista y de defensa de los derechos individuales de forma matizada».