El primer ministro húngaro, Viktor Orban, ha sido noticia recientemente debido a sus polémicas declaraciones y a su postura fuertemente antinmigrante. Orban visitó recientemente a Olaf Scholz, el canciller de Alemania, en Berlin. Esta visita se produjo en el contexto de la próxima Presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea (UE), que será asumida por Hungría a partir del 1 de julio. A pesar de que no se emitieron declaraciones oficiales después de la reunión, las palabras de Orban antes de su viaje han causado un gran revuelo.
En una entrevista con la emisora estatal húngara Kossuth, Orban describió el nuevo liderazgo emergente en la UE como el producto de una «coalición para la guerra y la migración» y se refirió a Alemania como un país en «decadencia». Sus comentarios provocaron una serie de reacciones, especialmente en el contexto de la reunión informal de jefes de Estado y de Gobierno de la UE que tuvo lugar el lunes en Bruselas.
A pesar de que no se alcanzó un acuerdo sobre la asignación de altos cargos en la reunión tras las elecciones europeas del 9 de junio, Orban sostuvo que los conservadores, socialdemócratas y liberales ya habían llegado a un acuerdo. En sus palabras, la UE ha visto surgir una coalición beligerante, antiempresarial y proinmigración con Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión.
Orban también criticó a la líder del Partido Popular Europeo (PPE), el más votado en el Parlamento Europeo, y a Manfred Weber, a quien describió como un «viejo enemigo y malhechor de Hungría». Para Orban, Von der Leyen es «sólo una monaguilla». Estos comentarios se dirigieron a dos figuras políticas que hasta hace poco eran parte de su misma familia política, hasta que su partido, el Fidesz, fue expulsado del PPE.
Orban también se refirió al llamado «plan Soros», según el cual el multimillonario estadounidense de origen húngaro George Soros estaría intentando «inundar Europa de inmigrantes» para despojar a las naciones europeas de su identidad cristiana y nacional. Esta acusación y la afirmación de un supuesto reemplazo de la población son parte de las narrativas conspirativas difundidas por la extrema derecha.
Las declaraciones de Orban sobre Alemania también han causado controversia. Según él, Alemania ya no es el país que una vez fue, y ha cambiado debido a la inmigración. Orban sostiene que Alemania se ha convertido en «un mundo multicultural colorido y cambiado» donde los inmigrantes «ya no son huéspedes».
El principal problema para Orban no es que Alemania acepte a los inmigrantes, sino que los gobiernos de izquierdas concedan la ciudadanía y la reagrupación familiar a cientos de miles de personas de manera rápida. Según él, aquellos que obtienen la ciudadanía se convierten en «parte de la nacionalidad alemana» y, por ende, en europeos.
Orban recordó que, a diferencia de Alemania, él no abrió las fronteras de su país en 2015 a los refugiados, como sí lo hizo la entonces canciller Angela Merkel. Según él, «si la política fracasa en materia de migración, ya no se puede dar marcha atrás». Las palabras de Orban han desatado una ola de críticas y han puesto de manifiesto las tensiones existentes en torno a la política migratoria en la UE.