Familiares de presos políticos en Nicaragua claman: ‘Están muriendo en prisión y parece que a nadie le importa’

EL PAÍS

En un sombrío retrato de la realidad de las cárceles de Nicaragua, Marcos Antonio Sánchez Hidalgo, un preso político, ha sufrido dos derrames cerebrales en su celda en el Sistema Penitenciario La Modelo en menos de 15 días. Esta angustiante situación ha desencadenado una serie de reclamos y acusaciones por parte de sus compañeros de celda y organizaciones de derechos humanos, que denuncian el abandono y la indiferencia de las autoridades carcelarias y del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ante los evidentes problemas de salud de Sánchez Hidalgo.

Sánchez Hidalgo, de 48 años, quedó con secuelas notables a raíz de los derrames: apenas puede caminar, arrastra su pie derecho y la mano del mismo lado se encuentra paralizada. A pesar de la gravedad de su estado, las reiteradas solicitudes de atención médica de sus compañeros de prisión han sido ignoradas hasta la fecha.

El Grupo de Secuestrados Políticos Unidos emitió un comunicado en el que advirtió sobre el peligro inminente que corre la vida de Sánchez Hidalgo. «Las autoridades del sistema penitenciario no le han brindado la debida atención médica […]. Demandamos a las autoridades del penal atención médica especializada, recordándoles que es responsabilidad de ellos la vida de Marcos», enfatiza el comunicado.

La situación de Sánchez Hidalgo no es un caso aislado. La misma suerte corren otros 141 presos políticos detenidos por el régimen sandinista. Marvin Vargas, quien lleva trece años en prisión y ha sido diagnosticado con cáncer de próstata, tampoco recibe atención médica especializada. Walter Balmaceda, un enfermo crónico, se encuentra en un estado crítico con una gran «pelota en el estómago». Ricardo Cortez Dávila, que pasó varios años en una celda de aislamiento, ha quedado ciego.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), a petición de la Unidad de Defensa Jurídica (UDJ), otorgó medidas cautelares a nueve personas presas políticas. La CIDH considera que estas personas «se encuentran en una situación de gravedad y urgencia, toda vez que sus derechos a la vida e integridad personal enfrentan un riesgo de daño irreparable».

Según el informe de la CIDH, los beneficiarios de las medidas cautelares enfrentan violencia cometida por agentes penitenciarios y se encuentran en condiciones de detención insalubres e inadecuadas. Adicionalmente, no tienen acceso a cuidados médicos adecuados, lo que agrava enfermedades crónicas, y sufren privación constante de sueño y tortura psicológica.

Los familiares de los presos políticos denuncian que, a pesar de las alarmantes condiciones de salud y las amenazas a su integridad personal, lo peor es el «olvido». Los prisioneros políticos expresan su «desesperación y preocupación» en cada visita, pues preguntan si hay negociaciones o campañas por su liberación. Cuando se enteran de que no hay ningún esfuerzo en esa dirección, guardan un silencio incómodo.

Tras la liberación y destierro a Roma del obispo Rolando Álvarez y otros religiosos católicos en enero pasado, el régimen mantuvo el «efecto puerta giratoria», siguiendo con la captura de críticos y opositores, hasta sumar 140 detenciones arbitrarias hasta la fecha.

La UDJ, en su última actualización de patrones represivos, denuncia no solo la desaparición forzada por ocultamiento de paradero como una práctica recurrente del régimen, sino también la agudización de las condiciones en las celdas de las personas presas políticas. «Se ha incrementado la presencia de plagas en algunas celdas y el agua potable que consumen está contaminada. Se reporta el uso indiscriminado de bicarbonato de sodio en las raciones de comida, las torturas psicológicas se han redoblado, al mismo tiempo que surgieron las extorsiones a familiares con la falsa promesa de liberar a sus seres queridos a cambio de grandes sumas de dinero», denuncia la UDJ.

Los familiares de los presos políticos claman a las organizaciones internacionales que se unan a su llamado de libertad para las personas detenidas en Nicaragua. «No nos dejen solos; la enfermedad y el régimen carcelario están consumiendo a nuestros seres queridos», suplican.

Deja una respuesta