En el corazón del conflicto en Medio Oriente, la tensión se intensifica entre el ejército de Israel y su Primer Ministro, Benjamín Netanyahu. A medida que avanza el noveno mes de guerra y con más de 37,000 muertos en la región de Gaza, las diferencias internas y externas se profundizan, tanto dentro de la coalición de gobierno de Israel como con su aliado crucial, los Estados Unidos.
El ejército israelí ha reconocido que uno de los objetivos principales de su ofensiva, el de acabar con el grupo militante de Hamás, se vislumbra cada vez más como una quimera. El desafío se intensifica aún más sin una estrategia sólida para ocupar el vacío de poder que dejaría el grupo fundamentalista y para gestionar la Franja de Gaza una vez que se superen las hostilidades.
La polémica se desató cuando el principal portavoz militar de Israel, Daniel Hagari, cuestionó públicamente los planes de Netanyahu en una entrevista televisiva. Hagari planteó un sombrío panorama en Gaza, señalando que prometer a la gente que no habrá terrorismo, ni operativos militares, ni cohetes, ni hombres armados es pura fantasía. Declaró que el terrorismo en Gaza persistirá porque Hamás es más que un grupo, es una idea. Para reemplazar a quienes administran los servicios civiles, se necesita crear algo más y permitir que crezca, añadió Hagari.
Las reacciones a las explosivas declaraciones de Hagari no se hicieron esperar. Al Jazeera, la cadena de noticias catarí, que fue expulsada por las autoridades israelíes, difundió rápidamente sus palabras.
Netanyahu respondió inmediatamente, asegurando que su gabinete de seguridad se había propuesto destruir a Hamás militar y políticamente, y que las Fuerzas Armadas estaban comprometidas con ese objetivo. Esta respuesta obligó al ejército y a Hagari a aclarar en la red social X (anteriormente Twitter) que se referían a la destrucción de Hamás como ideología, y que cualquier interpretación adicional distorsionaría sus palabras.
La tensión aumentó cuando Hagari sugirió que no estaba completamente seguro de que todos los rehenes en Gaza puedan ser rescatados en operaciones militares especiales, y que es probable que la mayoría sean liberados en el marco de un acuerdo con los fundamentalistas palestinos.
Según el Wall Street Journal, solo quedan vivos unos 50 rehenes de los aproximadamente 250 que Hamás secuestró en Israel el 7 de octubre. Israel ha confirmado oficialmente que de ese número, 43 están muertos.
Además, altos funcionarios diplomáticos y de defensa han criticado en privado la falta de una estrategia que termine con la campaña militar en Gaza. Según el diario Haaretz, alertan que derrocar al régimen de Hamás y destruir su capacidad militar no es un objetivo realista. La falta de una alternativa viable para el futuro de la Franja de Gaza por parte de Netanyahu ha generado constantes críticas.
La tensión en el gabinete de guerra, que toma las decisiones más delicadas del conflicto, estalló con la salida de los centristas y expertos militares Benny Gantz y Gadi Eisenkot. Eisenkot perdió a un hijo en una de las emboscadas tendidas a las tropas de ocupación en Gaza.
El ambiente tenso se refleja en las palabras de Netanyahu: «Para lograr el objetivo de neutralizar las capacidades de Hamás, he tomado decisiones que no siempre han sido aceptadas por la dirección del ejército. Tenemos un país con un ejército, no un ejército con un país».
Este nuevo desencuentro con Hagari refuerza el clima cada vez más hostil al que se enfrenta Netanyahu, quien, además de las fricciones con los militares, mantiene claras diferencias con los miembros de la coalición de gobierno y con las autoridades estadounidenses.
Desde mayo, las tropas israelíes se han visto obligadas a reabrir batallas en diferentes zonas de Gaza donde se creía que Hamás había sido derrotado, lo que demuestra una vez más que la estrategia de Netanyahu no está funcionando. A pesar de la enorme superioridad militar de Israel sobre los grupos palestinos, la «victoria total» a la que Netanyahu se refiere con tanta frecuencia parece cada vez más lejana.