El bloqueo del paso de Rafah y el fracaso del muelle estadounidense dificultan la entrega de ayuda en Gaza | Internacional

EL PAÍS

La terminal fronteriza de Rafah, que es la principal entrada de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza, ha estado cerrada desde principios de mayo. La invasión israelí ha dejado a esta estratégica vía de acceso con edificios quemados, y ha complicado aún más el suministro de alimentos y medicamentos a la población de Gaza, que lleva más de ocho meses en guerra. El avance del ejército israelí en nuevos barrios de Rafah ha generado nuevos desplazamientos de personas y la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) estima que más de 50.000 niños requieren tratamiento por desnutrición aguda.

Durante los primeros días de la guerra, después de un ataque masivo de Hamás, el ministro de Defensa, Yoav Gallant, anunció un bloqueo completo de agua, comida y electricidad, alegando que Israel se enfrentaba a “animales humanos”. Sin embargo, debido a la presión internacional, hoy entran más camiones a Gaza que al principio del conflicto.

A pesar de un aparente aumento en la entrega de alimentos, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, señala que no hay evidencia de que los más necesitados estén recibiendo suficientes alimentos de calidad. Existen intermediarios egipcios que se lucran con la desesperación de los gazatíes, cobrando miles de dólares para ayudar a sus familiares a salvar la vida.

Ghebreyesus también ha expresado su preocupación por las «condiciones catastróficas de hambre y similares a una hambruna» que enfrenta una «proporción significativa de la población». Se ha registrado un total de 32 muertes por desnutrición, 28 de las cuales son niños menores de cinco años. Más de 8.000 niños en ese rango de edad han sido diagnosticados y tratados por desnutrición aguda, siendo grave en el caso de 1.600.

Las agencias de la ONU y las ONGs señalan la dificultad de distribuir la ayuda entre bombardeos y asaltos a los convoyes. El portavoz de Unicef, James Elder, denunció haber pasado ocho horas en un puesto de control sin que los soldados permitieran cruzar al camión.

Por otro lado, el COGAT, el organismo militar israelí que controla la entrada de bienes a Gaza, insiste en que no limita el acceso, salvo aquellos camiones que impide cruzar del sur al norte, por considerar que las milicias palestinas pueden usar su contenido para lanzar ataques. Acusa a la ONU de ineficiencia y de engañar con las cifras.

El pasado domingo, el ejército anunció una pausa humanitaria diaria durante 11 horas en la ruta desde Kerem Shalom al hospital europeo, en Rafah. Sin embargo, ningún camión con ayuda humanitaria ha empleado esta ruta desde entonces, admitió el viceportavoz del secretariado general de la ONU, Farhan Haq.

La UNRWA calcula que apenas quedan unas 65.000 personas en la zona de Rafah, en el sur, de los 1,4 millones que había antes. El resto ha huido, por miedo o por órdenes de las Fuerzas Armadas.

En el norte de Gaza, la zona más desnutrida y devastada por los bombardeos, la situación ha mejorado ligeramente. Las imágenes de niños esqueléticos generaron alarma internacional e Israel, presionado, acabó abriendo dos pasos para llevar allí ayuda humanitaria: Erez Oeste y Puerta 96.

El Comité de Revisión de la Hambruna señaló hace dos semanas que carece de pruebas suficientes para declarar una hambruna en el norte, como sí había hecho el organismo de análisis de la agencia de cooperación de EE UU. Sin embargo, insistió en que esto “no cambia el extremo sufrimiento humano” de los gazatíes, ni el “imperativo humanitario inmediato” de permitir que la ayuda entre sin cortapisas ni riesgos.

Además del cuello de botella en Kerem Shalom y la destrucción de Rafah, se suma estos días la inactividad del muelle estadounidense. Ha sido reubicado temporalmente en Ashdod, el puerto israelí más cercano. El portavoz del Pentágono, Pat Ryder, manifestó este lunes su esperanza de que vuelva a operar esta misma semana.

El proyecto ha quedado tocado simbólicamente por la operación de rescate de cuatro rehenes israelíes en el campamento de Nuseirat la semana pasada, en medio de bombardeos masivos que mataron a más de 270 personas, según el Ministerio de Sanidad del Gobierno de Hamás en Gaza. Washington ha negado su uso para la operación, pero sí ha admitido que proporcionó información de inteligencia a Israel.

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