Florentino Pérez, el actual presidente del Real Madrid, ha conseguido su ‘Séptima’, un término de especial importancia para el club de la capital española. La ‘Séptima’ se refiere a la séptima Copa de Europa, ahora conocida como la Champions League, que el equipo ganó en 1998. Esta victoria marcó el inicio de la era moderna del Madrid en la competición europea, una era que ha sido fortalecida por el crecimiento deportivo, económico y patrimonial del club bajo el liderazgo de Pérez.
Antes de la ‘Séptima’, el legado del Madrid estaba fuertemente asociado a dos figuras clave: Santiago Bernabéu y Alfredo Di Stéfano. Bernabéu, que fue presidente del club, y Di Stéfano, un jugador icónico, cambiaron la historia del equipo y del fútbol en general. Con el trofeo levantado en Wembley, Pérez ha superado en un título a Bernabéu, un personaje con el que comparte similitudes, especialmente en su visión universalista del Madrid y del fútbol.
Bernabéu fue presidente del Madrid desde 1947 hasta 1978, un periodo de 35 años durante el cual rescató a un club que había sido muy golpeado durante la Guerra Civil y lo llevó a la cima mundial. Fue uno de los precursores de la creación de la Copa de Europa, cuya primera edición se disputó en 1956.
Florentino Pérez, por su parte, ha lanzado el desafío de la Superliga, aunque enfrentándose al ‘establishment’ del fútbol. Bernabéu impuso la Copa de Europa desde dentro, con la mediación del periódico ‘L’Equipe’. La oposición a la creación de la competición venía, de hecho, desde su propia casa, ya que el Régimen franquista era contrario a la idea.
En su relación con el Régimen, Bernabéu, a pesar de haber combatido en el bando nacional, no era franquista, sino monárquico, partidario de Don Juan, el padre del Rey Emérito. Una visita a la familia real en el exilio en Lausana causó suspicacias en la época.
Otra similitud entre Bernabéu y Pérez es el crecimiento patrimonial del Madrid. Bernabéu, al llegar a la presidencia, fue consciente de que era necesario construir un nuevo estadio y abandonar el viejo campo de Chamartín. En 1947, el nuevo estadio era ya una realidad. La llegada de Di Stéfano en la temporada 1953/54 y la creación de la Copa de Europa un año más tarde, confirmaron su instinto.
Con las cinco primeras Copas de Europa en las vitrinas, Bernabéu decidió poner en marcha otro proyecto: la construcción de la Ciudad Deportiva. Pensaba en la formación de futbolistas y también en el valor que esos terrenos, entonces al norte de Madrid, tendrían en el futuro.
La venta de esos terrenos fue clave en la reconstrucción que inició Florentino Pérez a su llegada en 2000, al mismo tiempo que ponía en marcha una nueva en Valdebebas, una de las mejores instalaciones de Europa. De alguna forma, conseguía en democracia lo que a Bernabéu le negaron bajo la dictadura en el caso del estadio.
En la condición profesional y personal radica una de las grandes diferencias entre Bernabéu, que siempre vivió en la austeridad, y Pérez, uno de los hombres más ricos de España. También en el pasado como futbolista del primero. Sin embargo, el socio del Madrid parece sentirse a gusto con la fórmula presidencialista, especialmente si la consecuencia es la Champions League.