Madrid, la ciudad que respira fútbol, volvió a vestirse de gala para celebrar la histórica Decimoquinta Champions League conquistada por el Real Madrid. Como es tradición, la Plaza de Cibeles fue el escenario principal donde los aficionados madrileños se congregaron para compartir la alegría de una nueva victoria. En el marco de la celebración, la inmaculada camiseta blanca, las bufandas y una botella de agua fría se convirtieron en los elementos indispensables para soportar el calor y festejar la consecución del prestigioso trofeo.
La jornada comenzó temprano cuando a las cinco y media de la tarde los jugadores del Real Madrid se subieron al autobús en el Bernabéu para dirigirse a la catedral de la Almudena. El club, fiel a su tradición, llevó el trofeo a la patrona de la ciudad, un ritual que Bellingham, uno de los jugadores del equipo, había anticipado en una entrevista horas antes de que se produjera el homenaje.
Tras cumplir con las fotografías protocolarias en la Almudena, el siguiente destino fue la Puerta del Sol, sede de la Comunidad de Madrid. Allí, Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad y presente en la final en Wembley, recibió a los jugadores con elogios a la identidad del club que lleva el nombre de la región que gobierna. En su discurso, Ayuso afirmó: «Ser del Madrid es genial».
La celebración continuó en el Ayuntamiento de Madrid, donde el alcalde Martínez Almeida recibió a los jugadores con un ambiente festivo, al son de la música de Freddy Mercury. A pesar de su reconocido sentimiento atlético, Almeida felicitó al Madrid y recordó unas palabras que le dijo a un directivo del club durante la final: «Os conozco, os he sufrido muchas veces. Sé cómo acaba este partido. Vais a ganar la Copa de Europa y os recibiré en el Ayuntamiento».
La celebración culminó en la Plaza de Cibeles, donde los jugadores, ya ataviados con las camisetas blancas y las bufandas, se subieron al autobús descapotable para recibir la ovación de los aficionados. Entre saltos, música continua y móviles en alto, los campeones fueron recibidos con el grito de «¡Campeones!»
En medio de la efusión, Vinicius mostró una figura de cartón gigante con la imagen de Kroos y Ancelotti sacó su clásico puro. A su vez, los jugadores Valverde, Courtois y Belligham se unieron a la celebración con gran entusiasmo. Nacho, uno de los jugadores más queridos por la afición, fue el primero en tomar la palabra: «Este Madrid es increíble, no nos cansamos de ganar y vamos a disfrutar mucho el día de hoy porque es espectacular».
El autor del gol de la final, Dani Carvajal, por su parte, sorprendió al público cantando «Vinicius, Balón de Oro!». El brasileño respondió a su compañero también cantando: «Toni Kroos, ¡te quiero!». Kroos, emocionado, agradeció el cariño de la afición y realizó un gesto simbólico al legar su número 8 a Fede Valverde, al tiempo que pronunció una frase que ya quedará para el recuerdo: «Tengo una casa y es aquí».
El entrenador del equipo, Ancelotti, también tuvo su momento de protagonismo al presentar a Arda Guler, quien se atrevió a decir unas palabras en castellano: «Hola madridistas. Somos una familia, muchas gracias por todo». Esa noche, la melodía de «Hey, Jude», en honor a Bellingham, la nueva estrella del Bernabeu, sonó fuerte por las calles de Madrid.
El punto álgido de la celebración llegó cuando el capitán, acompañado de Modric, alzó al cielo la Decimoquinta Champions para desatar la locura de los aficionados. Con el cuello de la Cibeles decorado con los colores del equipo y el estadio completamente lleno, todos los jugadores fueron presentados uno a uno. El grito de «Nacho, ¡quédate!» resonó en la plaza para cerrar una jornada inolvidable.