Con un futuro incierto debido a su lucha contra el cáncer, Nathaniel Dye, un profesor de música de 38 años, relata cómo una espera de 100 días para recibir tratamiento de quimioterapia ha empeorado su pronóstico. A pesar de que el objetivo del Gobierno es que el tiempo de espera para el tratamiento del cáncer no supere los 62 días, Dye se vio obligado a esperar más tiempo, lo que, según él, dio lugar a una indeseable metástasis. Dye compartió su historia en la presentación del «manifiesto» del Partido Laborista en el Reino Unido.
Dye, que vive en un estudio de una sola habitación en el este de Londres con su pareja y sus dos hijos, también destacó el impacto de su enfermedad en su salud mental y en las relaciones familiares. La lucha por la supervivencia en un espacio reducido ha creado una tensión excesiva en las relaciones entre marido y mujer, hermano y hermana, y padres e hijos.
Mientras tanto, la campaña para las elecciones británicas del 4 de julio está en pleno desarrollo. El Primer Ministro conservador, Rishi Sunak, sorprendió a muchos al adelantar las elecciones el 23 de mayo. En su campaña, Sunak promete menos impuestos y una postura más estricta con aquellos que considera vagos, en un intento de revivir el espíritu de Margaret Thatcher.
El líder de la oposición y candidato del Partido Laborista, Keir Starmer, tiene una propuesta diferente. Tras distanciarse de la imagen de izquierdas de su predecesor, Jeremy Corbyn, Starmer promete una «renovación nacional» con nuevas incorporaciones a hospitales y colegios, inversiones en las obsoletas infraestructuras del país y una alianza con el empresariado para recuperar la productividad y fomentar el crecimiento.
No obstante, a pesar de su ambicioso programa, la propuesta fiscal de Starmer es modesta. Su plan incluye la eliminación del régimen especial de impuestos para los multimillonarios sin residencia en el Reino Unido, la recuperación del IVA para las matrículas de los colegios privados y un aumento no especificado del impuesto a las ganancias de capital privado. En total, estos cambios sumarían 10.000 millones de euros. Starmer también promete no aumentar el impuesto sobre la renta, el de sociedades ni el IVA.
Helen Miller, subdirectora del Instituto de Estudios Fiscales (IFS), señala que si bien la promesa de no aumentar la presión fiscal en su conjunto es una elección política legítima, el compromiso de no aumentar determinados impuestos presenta problemas. Según Miller, este enfoque restringe la capacidad de cualquier Gobierno de responder a un cambio de circunstancias y dificulta cualquier reforma del sistema impositivo.
En la campaña, los dos candidatos parecen estar participando en una «conspiración de silencio» que oculta la dura realidad a los electores. Sunak ha anunciado una nueva rebaja fiscal de 20.000 millones de euros y futuros recortes en los impuestos, así como un incremento en el presupuesto de Defensa. Sin embargo, no ha aclarado de dónde saldrá ese dinero o qué recortes se aplicarán al gasto social.
Sunak también promete poner en marcha medidas para que los ciudadanos que han alegado problemas de movilidad o de salud mental desde la pandemia se reincorporen al mercado laboral. Según Sunak, estas medidas, junto con un mayor control de la evasión y el fraude fiscal, deberían ser suficientes para recaudar cerca de 14.000 millones de euros.
Paul Johnson, director del IFS, se muestra escéptico ante las propuestas de Sunak. Según Johnson, las ofertas de Sunak son regalos al contribuyente que tendrán que ser financiados por supuestos ahorros que son aún inciertos y poco específicos.
En un intento de simbolismo, el Partido Conservador eligió el circuito de Silverstone, el más antiguo de la Fórmula 1, para presentar su programa. El Partido Laborista lo hizo dos días después en la sede de Co-op en Mánchester, una histórica cooperativa del Reino Unido vinculada al movimiento obrero.
Los conservadores buscan convencer a los ciudadanos de que les den la oportunidad de corregir un país que ellos mismos han dejado en mal estado después de 14 años en el poder. Por otro lado, los laboristas, que mantienen una constante ventaja de 20 puntos porcentuales en las encuestas, prometen una «renovación nacional» para poner fin al declive del país.
A pesar de que la victoria de Starmer se da por hecha, su liderazgo no termina de despegar. Por otro lado, el liderazgo de Sunak está en declive. John Curtice, el sociólogo más prestigioso y respetado de Gran Bretaña, afirma que la confianza de los ciudadanos en los políticos y en su sistema electoral nunca ha estado históricamente tan baja como ahora.
Algunos expertos elogian a los laboristas por evitar promesas grandiosas y acertar en el diagnóstico de los problemas. Sin embargo, también señalan con preocupación una mezcla de excesiva prudencia y falta de claridad frente a la magnitud del desafío. Algunos miembros del ala izquierda del partido piden a Starmer más audacia y critican que sus recetas se parecen demasiado a las de los conservadores.
A pesar de estas críticas, si Starmer llega a ser primer ministro y logra reparar los problemas del Servicio Público de Salud y mejorar la oferta de vivienda pública, cambiaría las condiciones de vida de muchos británicos que no aspiran a una «renovación nacional», sino simplemente a una mejora de su situación actual.
Según una encuesta reciente de IPSOS, los votantes enumeraron los cinco asuntos que deben resolverse con urgencia para que Gran Bretaña vuelva a ser grande. Los temas más mencionados fueron mejores servicios públicos, mayores salarios y mejor calidad de vida, más inversión en infraestructuras, viviendas de calidad asequibles y mejor liderazgo político.