Cuba, considerado el país «más seguro del mundo», se vuelve cada vez más inseguro.

EL PAÍS

El pasado sábado, La Habana, la capital de Cuba, fue testigo de un incidente violento que ha vuelto a encender el debate sobre la creciente violencia en el país. Decenas de jóvenes se congregaron cerca de la calzada de Santa Catalina, atraídos por las actividades anunciadas para la inauguración del verano en La Finca de los Monos. Sin embargo, lo que se prometía como un día de recreación terminó en un caos de golpes y agresiones.

A través de videos compartidos en redes sociales, se puede ver cómo la multitud se agitaba en un alboroto. La gente corría de un lado a otro, gritaba e incluso se peleaba. Un grupo de mujeres se jala del pelo. Unos jóvenes caminaban con machete y armas blancas. Hay personas heridas, tiradas en el suelo. A pesar de la llegada de la policía, se habla de varias personas muertas y heridas, aunque el gobierno desmintió la existencia de fallecidos.

El incidente en La Finca de los Monos, que fue cubierto incluso por la prensa estatal cubana (algo inusual en este tipo de sucesos), ha avivado una vez más el debate sobre la violencia que, según muchos, se está viviendo últimamente en las calles de Cuba.

Cada vez con más frecuencia, la prensa independiente reporta noticias sobre robos violentos, asesinatos, peleas callejeras. Aumentan los casos de violencia, como el de un joven de Campechuela cuyo cuerpo destrozado fue encontrado por sus propios familiares y amigos, o el de dos jóvenes que planearon el asesinato de un hombre en Camagüey para robarle su triciclo eléctrico.

En medio de la peor crisis económica de su historia, según el economista cubano Carmelo Mesa-Lago, también ha aumentado la percepción de la violencia en Cuba. “Es muy difícil acceder a las estadísticas, tener una referencia estadística para decir que sí ha aumentado el crimen. Ahora, es innegable que se percibe no solo el aumento de la criminalidad, sino también la naturaleza de la violencia”, asegura el abogado defensor Nelson González.

A pesar de esto, la posición del gobierno cubano ha sido la de negar cualquier aumento en la violencia. Recientemente, el mandatario Miguel Díaz-Canel afirmó que en Cuba “no hay desaparecidos ni asesinatos”. En marzo, una funcionaria de la Fiscalía de la República aseguró que no hay un aumento de la criminalidad, sino que el acceso a internet y las redes sociales han aumentado la visibilidad de los crímenes.

En este contexto, se han creado grupos en redes sociales para denunciar los crímenes y llevar un registro de las víctimas, especialmente de la violencia de género. Los observatorios de género en Cuba, trabajando de manera independiente al Estado, han registrado un aumento en los feminicidios en los últimos años. En 2023, se registraron 89 feminicidios en Cuba, casi el triple que en los dos años anteriores.

A pesar de esto, el Gobierno cubano ha negado la existencia de un problema de violencia de género en el país. Incluso en medio de este panorama, Díaz-Canel ha insistido en que los feminicidios son “una construcción mediática ajena por completo a la realidad cubana”.

Esta negación del problema y la falta de transparencia en el manejo de datos por parte del Gobierno cubano ha llevado a un aumento en la percepción de inseguridad en el país. Según una encuesta digital de la plataforma Cubadata, el 61% de los encuestados afirmó haber sido víctima de algún tipo de violencia o delincuencia en Cuba en 2022. De ese grupo, solo el 14,6% dijo haber denunciado el hecho ante las autoridades del país.

Estos incidentes y la respuesta del gobierno han llevado a un aumento en la percepción de inseguridad en el país, a pesar de que Cuba es considerada uno de los países más seguros del mundo. Sin embargo, la creciente violencia y la falta de respuesta efectiva de las autoridades están cambiando esta percepción y alimentando el debate sobre la violencia en Cuba.

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