La noticia que nos llega desde The Sunday Times podría interpretarse como un caso en el que Apple es acusado de ser la causa de un matrimonio roto. La historia se centra en un hombre británico, que prefiere mantener su identidad en secreto, y sostiene que la falla en la privacidad de los dispositivos de la compañía de la manzana provocó el fin de su relación matrimonial.
Apple ha logrado ganarse una reputación sólida en cuanto a la privacidad que ofrecen sus dispositivos. La empresa con sede en Cupertino siempre ha hecho hincapié en la seguridad de sus productos, logrando que su mensaje de privacidad haya calado hondo entre el público, tanto entre sus usuarios como entre aquellos que no poseen dispositivos de la marca. Cuando se habla de soluciones de privacidad, Apple es frecuentemente mencionada en la conversación.
Sin embargo, el ciudadano británico en cuestión considera que Apple ha incumplido este compromiso de privacidad. Como resultado, ha presentado una demanda contra la empresa tecnológica y exige una compensación de cinco millones de libras esterlinas. No solo eso, sino que también está dispuesto a convertir su caso en una demanda colectiva, ya que cree que puede haber más personas afectadas en circunstancias similares.
Ahora bien, ¿qué fue exactamente lo que llevó a la disolución de su matrimonio y a su posterior demanda contra Apple? Según el demandante, utilizó su iPhone para contratar «servicios profesionales», y luego borró los mensajes relacionados con dichos servicios. Sin embargo, para su sorpresa, estos mensajes se habían sincronizado con su cuenta de iCloud, por lo que también se encontraban en su ordenador. Fue allí donde su exmujer los vio y decidió poner fin al matrimonio.
El demandante sostiene que la aplicación de mensajería de Apple, iMessage, no advierte al usuario que si la sincronización está activada, borrar un mensaje en el iPhone no lo elimina automáticamente del resto de dispositivos. Considera que su exesposa decidió divorciarse debido a la forma en que se enteró de sus infidelidades pagadas. Cree que, si hubiera tenido la oportunidad de hablar con ella «racionalmente», podrían seguir casados hoy en día.
No obstante, el caso pone de manifiesto una importante cuestión en relación con la tecnología y la privacidad. Si bien es cierto que la tecnología puede jugar malas pasadas y que su funcionamiento puede no ser tan transparente como debería, en este caso parece que nos encontramos ante un claro ejemplo de comportamiento despreocupado e inconsecuente. No se trata tanto de su afición a los servicios profesionales, sino de la falta de interés mostrada por el funcionamiento de las herramientas que utiliza en su vida diaria. Y de eso, Apple no puede ser considerada responsable.
El sistema operativo de Apple, iOS, permite desde hace ya muchos años configurar qué se sincroniza a través de iCloud con otros dispositivos y sistemas operativos. Además, en un ordenador compartido, lo recomendable es que cada usuario tenga su propia cuenta personal. Estos son dos puntos clave en lo que respecta a la privacidad. Por lo tanto, no tiene sentido reclamar a una empresa tecnológica si hemos hecho un uso inadecuado de sus herramientas.
Por tanto, este caso plantea una reflexión necesaria sobre el uso responsable de la tecnología y la importancia de comprender las implicaciones de las configuraciones de privacidad en nuestros dispositivos. Aunque es fácil culpar a las empresas de tecnología cuando las cosas van mal, también es esencial tomar medidas para proteger nuestra propia privacidad y entender cómo funcionan las herramientas que utilizamos a diario.