El aumento de los partidos de ultranacionalistas y de extrema derecha ha tenido un impacto significativo en la Unión Europea. Sin embargo, en las recientes elecciones celebradas en el norte de Europa, los partidos radicales sufrieron graves derrotas. Países como Finlandia y Suecia, y en menor medida Dinamarca, votaron en contra de la corriente generalizada de respaldo a la extrema derecha. En lugar de ello, los resultados de las elecciones mostraron un declive de la extrema derecha y un ascenso extraordinario de los ecologistas y algunas formaciones de izquierda.
El día de las elecciones también fue desfavorable para la ultraderecha portuguesa. A pesar de que el partido Chega, que fue fundado en 2019, logró por primera vez acceder a la Eurocámara con dos representantes, los resultados estuvieron muy por debajo de los objetivos ambiciosos que se habían propuesto.
A pesar de las decepciones electorales, el partido de extrema derecha de Geert Wilders en Países Bajos logró un resultado considerablemente menos amargo, aumentando su representación en el Parlamento Europeo de un representante a seis y quedando en segunda posición en las elecciones europeas.
Las derrotas electorales de los Demócratas Suecos, el Partido de los Finlandeses y Chega tienen elementos comunes, como el menor interés entre su electorado por los asuntos comunitarios. Aunque estas tres formaciones representan alrededor del 20% de los diputados en sus respectivos parlamentos nacionales, sus situaciones son muy diferentes.
En Finlandia, controlan siete ministerios, mientras que en Suecia son la primera fuerza de la derecha y apoyan y condicionan al Gobierno de coalición liderado por los conservadores. En ambos casos nórdicos, parte del retroceso de la extrema derecha puede ser considerado como un costo por su gestión del poder.
La derrota de los Demócratas Suecos y el Partido de los Finlandeses amenaza con provocar turbulencias en las frágiles coaliciones que gobiernan en los dos países. Ambos partidos han tratado de minimizar sus malos resultados, achacándolos a la baja participación y a la apatía de parte de su electorado en lo concerniente a la UE.
La caída de los radicales suecos queda eclipsada si se compara con la debacle de sus socios finlandeses. El partido ultra finlandés, que ha estado envuelto en múltiples escándalos con tintes racistas en menos de 12 meses en el gobierno, obtuvo el domingo solo la cuarta parte de los 600.000 votos que logró en las elecciones parlamentarias del año pasado.
A diferencia de varias elecciones anteriores, en esta ocasión la inmigración no ha dominado en el norte de Europa los debates electorales. En su lugar, el cambio climático ha sido un tema de mayor peso, preparando el terreno para el éxito de las fuerzas ecologistas.
La pérdida de atractivo de la ultraderecha también se manifestó en las urnas de Portugal. A pesar de que la inmigración fue uno de los temas centrales de la campaña, el respaldo a Chega cayó del 18% de las parlamentarias a menos del 10% en las europeas.
En España, a pesar de una caída respecto a las elecciones generales del pasado julio, el partido de extrema derecha Vox mejoró sus resultados en comparación con las europeas de 2019 y aumentó de cuatro a seis sus representantes en la Eurocámara. En el espectro de ultraderecha también se incluyen los tres escaños de Se Acabó la Fiesta, la agrupación de electores liderada por Alvise Pérez.
Estos resultados electorales muestran una clara tendencia hacia el declive de la extrema derecha y el auge de las fuerzas ecologistas y de izquierda en el norte de Europa. A pesar de los intentos de estos partidos de ultraderecha de minimizar sus pérdidas, es evidente que están perdiendo terreno frente a otras fuerzas políticas.