El presidente chileno, Gabriel Boric, continúa manteniendo su postura crítica frente a la violación de derechos humanos en Venezuela, pese a las críticas de sus aliados comunistas y a los insultos que llegan desde Caracas. Su firme posición se mantiene en el contexto de una creciente escalada de declaraciones entre los gobiernos de Santiago de Chile y Caracas, con el telón de fondo del asesinato del militar rebelde Ronald Ojeda en territorio chileno a manos de un comando venezolano en febrero.
La fiscalía chilena solicitó la detención de dos de los presuntos asesinos, quienes aparentemente se esconden en Venezuela. En respuesta a los recientes insultos del fiscal nacional venezolano, Tarek William Saab, el canciller chileno, Alberto van Klaveren, afirmó que Saab no es la persona más indicada para recomendar algún tipo de procedimiento.
Saab, el fiscal de Maduro, había calificado horas antes como «históricas y distorsionadas» las declaraciones de los funcionarios chilenos, a quienes acusó de mentir. El último despropósito bolivariano sostiene que el asesinato de Ojeda, cuyo cadáver apareció dentro de una maleta y enterrado debajo de una capa de cemento, fue una operación de «falsa bandera» para empañar las relaciones entre ambos países, llevada a cabo por cuerpos de inteligencia chilenos y extranjeros «con intereses espurios».
«Nosotros hemos actuado en función de principios y no por quién está en el poder en un determinado momento a la hora de que se han violado derechos humanos o que se ha debilitado la democracia. Chile defiende los derechos humanos en Chile y en todo el mundo, y por eso tenemos una posición tan clara», subrayó Boric, quien proporcionó la prueba «evidente» del éxodo de siete millones de venezolanos. Sin embargo, según los datos del Observatorio de la Diáspora, la cifra real de emigrantes es de 8,8 millones.
No todos en la Patria Grande (utopía integradora que reúne a izquierdistas, populistas y revolucionarios de las Américas) ignoran las violaciones de derechos humanos y el debilitamiento de la democracia en Venezuela, especialmente cuando solo faltan 45 días para las elecciones presidenciales. Boric ha intensificado sus críticas desde que en febrero un comando venezolano secuestró, torturó y asesinó a Ojeda, quien era un asilado político en el país sudamericano.
Las declaraciones previas de Boric provocaron la reacción de los dirigentes del Partido Comunista durante su gira por Europa. El presidente chileno también ha expresado su apoyo a que las elecciones presidenciales cumplan lo establecido por el Acuerdo de Barbados, tal y como también lo han hecho el brasileño Lula da Silva y el colombiano Gustavo Petro.
La firme postura de Boric en materia de derechos humanos, con la excepción de Cuba, ha provocado que el mandatario progresista sea incluido en la guerra de presidentes que vive América Latina desde hace meses. Daniel Ortega, aliado cercano de Maduro y también criticado por sus constantes violaciones a los derechos humanos, calificó a Boric como el nuevo «Pinochetito». El chavismo también criticó duramente al mandatario chileno, a quien califican de «izquierda cobarde».
Tras el asesinato de Ojeda, el gobierno chileno llamó a consultas a su embajador en Caracas, Jaime Gazmuri. Boric ha preferido no romper relaciones diplomáticas con Venezuela, pese a las «bravatas» escuchadas en política internacional.