La salud mental y emocional de la juventud se ha convertido en un tema de creciente preocupación. Un reciente estudio ha demostrado que un alarmante 31.2% de los jóvenes entre 15 y 34 años experimenta malestar emocional. El estudio también examina las desigualdades en este indicador que surgen de los factores sociales y económicos que influyen en las experiencias de vida de los jóvenes, y propone políticas e intervenciones que podrían ayudar a revertir esta tendencia preocupante.
Estos resultados son aún más alarmantes si se considera que solo el 21,9% de los jóvenes encuestados afirman haber recuperado completamente la normalidad en términos de estado de ánimo desde la pandemia de la COVID-19. Esto sugiere que el malestar emocional se está normalizando dentro de este grupo demográfico.
La investigación revela una extensión de la alarmante indisposición entre las personas jóvenes y también un cierto grado de normalización de dicho malestar. Además, la investigación muestra grandes desigualdades de género en la prevalencia del malestar emocional.
En cuanto a las diferencias entre hombres y mujeres, el estudio muestra que el malestar emocional es más prevalente en las mujeres, con un 38,8%, en comparación con un 24% en los hombres. Esta desigualdad de género se combina con desigualdades por edad y nivel de estudios.
Los colectivos más vulnerables casi triplican la tasa de malestar emocional que los menos vulnerables. Por ejemplo, el 19,9% de los hombres de 30 a 34 años sufren malestar emocional, en contraste con el 45,4% de las mujeres de 20 a 24 años con estudios bajos y medios. Esto sugiere que la desigualdad social y económica puede ser un factor importante en la prevalencia del malestar emocional entre los jóvenes.
Otros factores económicos, laborales y residenciales también juegan un papel en la determinación del malestar emocional. Por ejemplo, el 24,1% de las personas de 30 a 34 años que se han emancipado experimentan malestar emocional, en comparación con el 35,6% de aquellos que no se han emancipado a la misma edad.
Además, hasta el 61,8% de las mujeres y el 46,3% de los hombres con dificultades financieras experimentan malestar emocional, en comparación con solo el 26,3% de las mujeres y el 17,5% de los hombres que no declaran ninguna dificultad financiera.
En cuanto a los efectos de la precariedad laboral, el 49,1% de las mujeres y el 24,5% de los hombres que presentaban trayectorias laborales más precarias sufren malestar emocional, en contraste con el 20,4% de las mujeres y el 15,3% de los hombres que presentaban trayectorias laborales estables.
Aquellos jóvenes que disfrutan de una posición social y económica más acomodada experimentan malestar emocional con menor frecuencia en comparación con los más desfavorecidos.
Los autores del informe sostienen que los resultados demuestran una situación alarmante que requiere intervenciones y políticas públicas tanto mitigadoras como preventivas, que aborden la salud mental y emocional desde una perspectiva de ciclo de vida, integradora e interseccional.
Además, insisten en la necesidad de desplegar una atención a la salud mental pública y de calidad, que sea capaz de atender y acompañar de forma profesional este malestar tan extendido. Asimismo, enfatizan la necesidad de adoptar una perspectiva más estructural, con medidas que aborden las cuestiones estructurales que contribuyen al malestar emocional.
Según concluyen, es esencial poner énfasis en la reducción de desigualdades, con intervenciones universales y accesibles para todos, pero con recursos específicos para las poblaciones más vulnerables.
Este estudio, realizado por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), aporta valiosos datos e ideas para abordar la creciente problemática del malestar emocional entre los jóvenes y propone medidas que podrían ayudar a mejorar la salud mental y emocional de esta población.